sábado, 13 de agosto de 2016

NO SON TÉS DE TÍAS


La foto es más que elocuente, expresa lo que la sociedad, aquí y en gran parte del planeta,  piensa de las mujeres: que son basura, que son prescindibles, que se usan y se tiran...

Desde esa realidad, sin adornos ni versos de por medio, las marchas de hoy en el Perú, bajo la bandera de ¡Ni una menos! son históricas, constituyen la reacción democrática de la ciudadanía peruana, de nuestros pueblos, en defensa de los derechos de las mujeres, que constituyen la mitad o quizá algo más de la población peruana.

La derecha peruana, siempre antidemocrática, quiere sin embargo, quitarle el filo a las proyecciones de esas marchas. Las quiere reducir, léase las opiniones de sus principales escribas, a  simples protestas contra la violencia de género, contra el feminicidio, soslayando u ocultando que estos fenómenos no son sino la expresión concreta de una realidad cuyas raíces hay que buscarlas en la estructuración misma del ordenamiento capitalista vigente en el país.

Es esa derecha, neoliberal hoy, la que permite, por ejemplo, que en las actividades agroindustriales no exista lo que los organismos laborales internacionales denominan  trabajo decente para las miles de mujeres que laboran en esas áreas. Realizan el mismo trabajo que los varones, pero ganan menos, viven en condiciones insalubres y están permanentemente amenazadas por la desocupación si acaso saliesen embarazadas.

El fujimontesinismo en sus años de gloria les otorgó ese poder a los grandes propietarios de esos centros agroexportadores. Como a través de sus políticas criminales de reproducción, los hoy dueños del congreso,  ordenaron la esterilización, a la fuerza, de miles de mujeres de Costa, Sierra y Selva, buscando reducir a lo bestia, los índices de la pobreza extrema en el Perú.

Es ese mismo fujimontesinismo, como expresión criolla del neoliberalismo en el Perú, la que ha convertido en basura la imagen de la mujer. Los medios de comunicación de todo tipo, bajo su propiedad o control, son los que irradian esa imagen, mañana tarde y noche. Y como el cinismo y la hipocresía son sus principales banderas, esos mismos medios son los que después lanzan el grito al cielo cuando la violencia, a través del acoso o el feminicidio se desbordan por los poros de una sociedad donde hasta la Iglesia oficial le echa la culpa a las mujeres de las agresiones cotidianas que sufren.

La gran burguesía en el poder, sus acólitos partidarios de turno y sus agentes de todo tipo, no quieren por ello que las marchas de esta tarde se conviertan en genuinas y contundentes demostraciones democráticas, políticas,  de los pueblos del Perú,  en la huella trazada por los jóvenes que multitudinariamente se lanzaron a las calles para traerse abajo la ley pulpín y de los miles de ciudadanos que le cerraron el paso al fujimontesinismo en las últimas elecciones presidenciales. 

Quieren algo así como reacciones o protestas tipo tés de tías, inocuos, o movimientos light, que no pongan en tela de juicio el control ideológico y político que ejercen en el país y en cuyo marco la idea de que las mujeres son basura seguirá reproduciéndose por los siglos de los siglos...



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