lunes, 22 de agosto de 2016

DE BRAVUCONES DE BALCÓN Y CACASENOS


El gabinete Zavala, después de más de 21 horas, consiguió el voto de confianza del congreso de la República. La derecha bate palmas, a su juicio primó finalmente la cordura y la sangre no llegó al río: los seguidores de Fujimori y Montesinos y de PPK se han reencontrado para bien del país, de su desarrollo y bla bla bla.

Realmente, más allá del mensaje del premier, lo que hemos visto ha sido un show. De un lado, un conjunto de bravucones, que sintiéndose fuertes no por sus ideas, mucho menos por sus propuestas, sino simplemente por su número y el control que por ende ejercen del congreso, , zarandearon a su gusto a los ministros de PPK liderados por Zavala. De otro lado, estos tecnócratas, que pueden ser muy buenos en su especialidad, pero que en política, frente a los bravucones de balcón, se comportaron como unos verdaderos cacasenos.

¿Algo bueno podría haber dicho la señora Chacón elevada hoy a los altares como presidenta de la comisión de presupuesto, sin haber zanjado los problemas que arrastra con la justicia peruana o sin saber, metafóricamente hablando, leer ni escribir?

¿El siempre disparatado señor Becerril, propuso algo importante como para ingresar por la puerta grande a la historia del congreso?

¿La señora Alcorta, grotesca como la conocemos, aportó a la educación política del pueblo, mostrándole al mundo sus ojos inyectados de sangre por la derrota electoral?

¿Un tránsfuga como el señor Galarreta, otrora antifujimorista convertido hoy en vocero del fujimontesinismo, podría dar clases de ética política como lo pretendió en sus intervenciones?

El fujimontesinismo fue literalmente puro número, tanto por las poses adoptadas como por el uso groseramente prepotente que hizo de su mayoría. ¿Perdían algo dejando hablar a Marisa Glave antes de la votación, después que Galarreta y Velásquez, habían hecho lo propio anunciando su respaldo al gabinete Zavala? No perdían nada, simplemente quisieron  demostrar, al dejar sin audio a la congresista, que ellos eran los dueños de la pelota, los propietarios de la chacra congresal donde manejan a su antojo 230 millones de soles y 526 trabajadores, a los que hasta el modo de vestir quieren imponerles.

Este fue el propósito central: mostrar sus biceps para imponerle al gabinete sus mezquinas pretensiones, en tanto que unos y otros manejan el mismo raciocinio económico y defienden los mismos intereses. Que el premier Zavala haya dicho "que quizás hace quince años era neoliberal pero hoy ya no" es una expresión que hay que contrastarla con los hechos para darse cuenta que no se ajusta a la verdad.

Zavala y sus muchachos no se hicieron bolas con las ambiciones de los Galarreta y Alcorta.  Primero le reventaron cuetes al caco y asesino recluido en la Diroes, de pasadita un franelazo al hombre del ego colosal. Segundo, le tiraron barro al gobierno de Humala tal y como lo exigían los matones. Tercero, un poco más y le piden perdón a la la reina y señora del fujimontesinismo. El ministro Basombrío, de rodillas, puso el cuello para felicidad de la Alcorta.

¡Y bingo! El peripatético Galarreta fue el encargado de gritar a los 4 vientos que le iban a dar su confianza al gabinete...

Eso se llama pragmatismo, dirán. Políticamente, sin embargo, Zavala y sus ministros aparecen como unos reverendos cacasenos que ni siquiera para guardar las formas le hicieron el pare al fujimontesinismo, a pesar de los anticuchos y anticuchazos que sus representantes cargan en la mochila. No dispararon ni en defensa propia.  La derecha, lo hemos dicho, está feliz con el desenlace. Era lo que esperaban: el continuismo neoliberal requiere para su ejecución de ese reencuentro entre los ppkausas y el fujimontesinismo.











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