martes, 27 de octubre de 2015

VARGAS LLOSA, EL DECADENTE


UNO

Don Mario Vargas Llosa, está de regreso. Con su gran amorío otoñal colmó  las páginas rosas de los principales periódicos del mundo, ahora vuelve por todo lo alto a lo suyo: la literatura y la política, aunque sin sortear sus cachondeos amorosos del presente, que lo han convertido en tema obligado de los mentideros de todos nivel, pero que a él - lo confiesa- lo han rejuvenecido.

En marzo próximo, el ilustre arequipeño cumplirá 80 años. Lo celebrará a lo grande. En esa fecha, sus editores entregarán  a los lectores de habla hispana el último trabajo del Nobel: 5 Esquinas,  nombre de un barrio emblemático de la vieja Lima,  con el que vuelve a anclar en la realidad peruana para hacer de ella, otra vez, el fundamento de su trajín narrativo.

Una extensa entrevista en el diario El país de España, con los consiguientes rebotes periodísticos a nivel planetario, le permite al autor de la La Casa Verde, Conversación en la catedral, Los cachorros... atraer la atención a su trabajo literario. Material hay de sobra para sus críticos y seguidores, que a sus tradicionales inquietudes pueden ahora ir  agregándole otra: constatar los efectos del rejuvecimiento del que habla el autor,  en su trabajo literario.  

DOS 

En lo que atañe a la política, guiándonos por esa entrevista, se puede afirmar, sin temor a equivocarnos que esos bríos juveniles no existen: Vargas Llosa sigue siendo un reaccionario, un apóstol de las modernizaciones falaces, truchas, que enriquecen a los más ricos e ilusionan a los más pobres. 

Decir por ejemplo que en América Latina "es preferible tener Gobiernos democráticos, aunque sean corruptos, que dictaduras, que son también siempre corruptas y además más brutales y sanguinarias", y complementando lo anterior: "...Es preferible ir avanzando poco a poco y renunciar a la idea de la utopía social si la utopía social solo nos ha traido guerras civiles, represiones brutales y Gobiernos dictatoriales", decir todo ello, sostenemos, es colocarse abiertamente del lado de aquellas clases y grupos de poder que pretenden hacer del capitalismo, del neoliberalismo y de la corrupción que le es consustancial, realidades eternas e insustituibles.

Es decir, personajes como Vargas Llosa suelen presentarse como portaestandartes del cambio, del progreso, de la modernización, pero cuando se trata de aplicar estos conceptos al estudio concreto de las realidades injustas, opresivas y depredadas en las que vivimos, miran hacia otro lado;  a pesar de que existen mentes lúcidas y sectores sociales que sin dejar de moverse en las fronteras  del capitalismo, estiman sin embargo que las reglas de juego bajo las cuales se desenvuelve dicho orden a nivel mundial son inhumanas y pasadistas:

"...El consenso de Washington y la ideología fundamentalista del mercado que lo sustentaba han muerto", lo escribió el Nobel de Economía Joseph Stiglitz en el 2010 y lo acaba de reiterar en Lima. En tanto que Thomas Piketti en el 2013  señaló: "Para que la democracia llegue un día a retomar el control del capitalismo, se debe partir del principio de que las formas concretas de la democracia y del capital siempre tienen que estarse reiventando".

El propio Papa Francisco, desde  sus canteras religiosas se ha convertido en un crítico tenaz del capitalismo salvaje que asola nuestros pueblos. Hay que decirle ¡No! a la economía de exclusión, a la economía que mata, que destruye a la Madre Tierra, ha dicho en más de una oportunidad, en especial en su último viaje a esta parte del mundo.

Estas opiniones u otras que van en el mismo sentido, que son el producto sin duda  de sesudos análisis y reflexiones,  no cuentan para quienes han hecho de la defensa a ultranza del sistema un apostolado. No es casual por ello que  en lo que se refiere al Perú, el laureado escritor  haya terminado de la mano del reconvertido Alan García, de Ollanta Humala, al que apadrinó, y que en la actual contienda electoral haya revelado sus preferencias por Pedro Pablo Kuczynski contra cada uno de los cuales, en su momento disparó su artillería. Con esa lógica no sería raro que en algún momento fume la pipa de la paz con la señora Fujimori. El novelista, obsérvese bien, ha sido muy duro con el fujimontesinismo por sus raterías y crímenes, pero ese cuestionamiento no se proyecta al orden económico, al modelo neoliberal impuesto en los años 90 por la dupla de cacos y su banda de asaltantes.

En la entrevista que comentamos Vargas Llosa admite una vez más su fracaso electoral de los 90, pero agrega: "...pero eso no quiere decir nada, a la larga  el (A.M.) Perú ha avanzado. Muchas de las ideas que defendimos...han prosperado"

TRES

No es producto entonces  del azar que el Nobel le pida al mundo que renuncie a las utopías sociales. Si en su opinión todo marcha sobre ruedas, reflexionar sobre el capitalismo actual, sus contradicciones y limitaciones, así como sobre el orden social y cultural correspondientes, no tiene sentido. Las utopías en pleno siglo XXI deben responder al estudio serio, sistemático, de las realidades sobre las que actuamos. A estas alturas, nuestros sueños de justicia social, de soberanía plena, de trabajo, educación y salud para los millones de desposeídos no pueden asentarse sobre la mera elucubración.

Es más, renunciar a las utopías como propone Vargas Llosa, es una invitación a la clausura del pensamiento, al cercenamiento de las potencialidades cognocitivas del hombre, a sus facultades de formularse interrogantes de toda naturaleza, en todos los ámbitos,  en la búsqueda de respuestas, de salidas,  a las encrucijadas de nuestro tiempo, que como vemos no son pocas.

Más directamente: hacer nuestro el mensaje del Nobel en el sentido de "ir avanzando poco a poco" "porque la vida no va a cambiar", es sencillamente  condenarnos, por los siglos de los siglos, a sufrir la explotación, el oprobio de un sistema que como observamos, desde sus crisis, luce ya bastante agotado.

CUATRO

Dejemos entonces al Nobel vivir su gran cuarto de hora amoroso, que goce de la libertad que predica, porque ella, sostiene,  se expresa también en la cama. Para el novelista, es en el ring de las 4 perillas donde los hombres y mujeres pueden hacer realidad todas sus fantasías eróricas, o en su defecto revelar todas sus limitaciones, sus aprensiones. Dejémoslo decía, porque finalmente es su vida. Pero no le cedamos un milímetro en su prédica pasadista, reaccionaria, porque son nuestras vidas y las vidas de millones de hombres y mujeres las que están en juego




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