jueves, 1 de octubre de 2015

¿EL PAÍS HA CAMBIADO?

 
Minero, triste minerito/alegra tu corazoncito/alivia tus tormentos/entonando tus lamentos/. (Del huayno Los payadores, que se cantaba en Morococha en 1931).

Una vez más, como viene ocurriendo desde tiempos inmemoriales, los andes peruanos vuelven a enlutarse. Esta vez, los hijos de Chalhuahuacho, en Apurímac, han sido los sacrificados por la voracidad del extractivismo minero.

Ayer, en Morococha, la Cerro de Pasco Cooper Corporation, de origen norteamericano - la letra del huayno lo dice todo- era la que vivía de la sangre de los mineros, arrancados a la fuerza de sus campos de cultivo en el centro del país para hundirlos en las entrañas de los infrahumanos socavones.

O los mataban en el trabajo, sometidos como estaban los mineros a extenuantes jornadas de 10, 12 o más horas, con salarios de hambre y esclavizantes condiciones de trabajo; o los mataban fuera de los yacimientos: por el envenenamiento del medio ambiente, o por los balazos de la soldadesca siempre lista a neutralizar reclamos y paralizaciones.

En diciembre de 1928 la angurria de la Cerro ocasionó el hundimiento de una laguna en Morococha. Más de 30 trabajadores perdieron la vida en el suceso, que fue algo así como la crónica de muertes anunciadas por la irresponsabilidad empresarial en el manejo de túneles y socavones.

Como sucede ahora, el gobierno de Leguía, no escuchó a los trabajadores, solamente prestó oídos a los empresarios: en lugar de envíar técnicos que investigaran los hechos y señalaran responsabilidades, mandó al lugar un pelotón de soldados dispuestos a neutralizar a balazos cualquier reacción popular.

En nuestros días, los mineros de Las Bambas y los pueblos de los alrededores tienen como verdugos a empresarios chinos, que con el aval de las autoridades gubernamentales. piensan - al igual que los norteamericanos de la Cerro- que el Perú es su chacra, donde pueden hacer y deshacer, y los peruanos simplemente obedecer. Por eso es que por sí y ante si cambiaron el Estudio de Impacto Ambiental (EIA) originalmente aprobado por el pueblo en el año 2011, pero al que no se le informó de las modificaciones, a pesar de los riesgos altamente contaminantes que dichos cambios entrañan.

Los reclamos por los cambios en el EIA no fueron atendidos. Al igual que en 1928 las autoridades solamente le prestan oídos a la empresa. Todos hablan de la importancia de Las Bambas, se llenan la boca con los miles de millones de dólares de inversión. Pero ante la exigencia primero de información y diálogo, por parte del Frente de Defensa de los Intereses de Cotabambas, nada de nada. Cuando se anunció la paralización, el gobierno hizo lo mismo que en el valle de Tambo, Espinar, Cajamarca..... mandó a la policía a dialogar con las armas.

Después de los trágicos sucesos, al igual que en los años de Leguía, se vuelve a privilegiar la represión. Más policías, y en el marco de la emergencia decretada, soldados y más soldados, en tanto que las comparsas ideológicas del extractivismo minero demonizan una vez más a los pueblos que defienden sus derechos. En sus cabecitas locas los responsables son los terroristas antimineros...

Por eso es que pregunto: ¿El país ha cambiado?

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