sábado, 7 de febrero de 2015

UN REGALO INESPERADO

  La foto, de Elbita Vásquez Vargas, corresponde al llamado "Gran Chaparral", en Monserrate; oficialmente reconocido como La Rinconada de Pericotes, entre las cuadras 7 y 8 del jirón Callao. En el Gran Chaparral había una canchita precaria de fulbito, a la que pomposamente se bautizó como "Maracaná" , pero que también podía servir de espacio para las trompadas y puñetes con las que se resolvían los pleitos de colegiales...


Tacayama, Benito, El tranquilo, Sarita, Don Juan, La Carrión..

De seguro que para ustedes los nombres enunciados no tienen sentido alguno.

Para mi, que nací y me crié en el barrio de Monserrate, en el centro de Lima, dichos nombres encierran todo un mundo, el de mi feliz chiquititud, en el que cada uno de ellos tienen un peso específico, para el señero barrio, como para cada uno de los que- hombres y mujeres- aprendimos, en esos espacios a gozar de la vida, pero también a pelearnos con ella para seguir adelante.

En estos días de celebración de mi natalicio fue un regalo inesperado volver a traer a la memoria los días de la infancia. Se lo debo a un chofer de taxi, monserratino él, que ayer, en el corazón de Miraflores, en horas punta, tuvo la gentileza de trasladarnos hacia el centro de la capital.

Me cobró 12 lucas pero lo que gané fue mucho más que el traslado: con Gonzáles nos metimos al túnel del tiempo y recorrimos palmo a palmo el barrio. Desde la más que centenaria escuelita de La Milla, donde ambos habíamos estudiado hasta cada uno de los huariques espirituosos que engalanaban el barrio: Tacayama, El tranquilo, Simón, La Catedral, Benito...

Hablamos de los cines: Astral, Columbia, Colonial, Iris y hasta de los boleteros, a los que con medio sol le rompíamos la mano para entrar a ver películas prohibidas para menores de edad. No nos olvidamos del vecino que vendía pescado frito en la esquina de lo que ahora es Emancipación y Angaraes, ni de Sarita - esquina de Callao con Cañete- donde probé las mejores papas rellenas que he consumido en mi vida.

En el recuerdo le dedicamos varios minutos a las glorias del criollismo que como buenos monserratinos, nunca dejaron de cantarle a la vecindad: Pedrito Otiniano, Jorge Pérez, Rafael Matallana, Cecilia Bracamonte... al billar de La Mutua- donde funcionó uno de los primeros cines con que contó Lima- y los locales donde alquilaban bicicletas cuando éstas costaban un ojo de la cara.

Tengo que reconocer, sin embargo, que Gonzáles, a pesar de ser 10 años menor que yo, ha vivido más. Durante 20 años anduvo por el mundo del alcoholismo y las drogas. "La pasta era mi fuerte" nos confesó, antes de señalar, con mucho énfasis "que gracias al señor" había vuelto a ser un hombre de trabajo. Muchos de sus acompañantes de aquellos aciagos tiempos ya no pueden contarla. Gonzáles es ahora feliz, sigue vivo y según confesó es admirado por sus familiares y vecinos. Todo, repitió una y otra vez, por el señor, el mismo, según Gonzáles, que nos iba a permitir llegar sanos y salvos a nuestro destino. Como efectivamente ocurrió.

Gracias hermano, ojalá que volvamos a encontrarnos para seguir gozando de los recuerdos...

No hay comentarios:

Publicar un comentario