miércoles, 18 de febrero de 2015

CAMBIAR ALGO PARA QUE NADA CAMBIE


Apelando a esa vieja fórmula gatopardista de "cambiar algo para que nada cambie" la pareja presidencial acaba  de remover a algunas de las gastadas fichas del gabinete de la señora Jara. Las cabezas entregadas a los leones de la oposición ya están generando los efectos esperados: han bajado los decibeles de la oposición de derecha. Los más extremistas ya archivaron la moción de censura del gabinete Jara, mientras comienzan a hablar de la posibilidad, ahora sí, de dialogar con la pareja, en tanto que otros  - menos radicales- se esmeran en reventarle cuetes a algunos de los nuevos ministros, sea por sus credenciales académicas o profesionales, obviando que antes de ser titulares de carteras ministeriales ya formaban parte del engranaje de gobierno de la administración pro gran burguesa y transnacional de los esposos Humala.

Han caído los ministros más vapuleados por esa oposición. Se mantienen en su cargo, sin embargo, a aquellos ministros que como el titular de Economía fue severamente derrotado en las calles y plazas de Lima y provincias. Todo el mundo sabe que la ley pulpín, cuyo rechazo encendió la pradera de la insatisfacción, fue obra del ministro Segura y de los tecnócratas del MEF, que poniéndole oído a los intereses del gran capital, elaboraron una norma a todas luces favorables a las bolsas del gran empresariado. La movida no pasó desapercibida para las juventudes, que en sus movilizaciones de diciembre y enero no solamente repudiaron al citado ministro sino que también le pusieron las banderillas a la Confiep, el gremio empresarial que le cambió el chip a la pareja presidencial.

Ésta,  no quiere chocar con quienes parten el jamón en el país: petroleros, mineros, banqueros, exportadores, etcétera. En otros términos al mantener a Segura y su equipo les está garantizando a ese empresariado que el neoliberalismo, impuesto por el fujimontesinismo en los años 90 del siglo pasado, seguirá incólume, tal y como también lo desean los partidos de la derecha que desde la oposición tronaron contra la ley pulpín cuidándose sin embargo de chocar con el modelo neoliberal del cual participan, ideológica y políticamente, y que en su momento, siendo gobierno - fujimontesinistas, apristas, toledistas, con PPK de ministro de economía- contribuyeron a su consolidación.

Nadie se llame entonces a engaño. La derecha cazurra ha movido hábilmente sus fichas para buscar un reacomodo que no ponga en peligro el modelo capitalista, jaqueado ya por las masas populares,  y se avance hacia una transición gubernamental  en la que se garantice la continuidad de las coordenadas de manejo económico que están engrosando, como nunca, las arcas del gran capital.

En esas circunstancias lo peor que le puede ocurrir al pueblo y sus organizaciones es caer en el engaño tramado. Que los cantos de sirena que comienzan a propagarse - por ejemplo, el nuevo ministro de trabajo está hablando de convocar a los jóvenes para elaborar una nueva ley laboral- calen en la cabeza de los combatientes que en Lima y provincias están peleando por abrirse un cauce propio, autónomo, diferente, de ejercicio político en defensa de sus intereses de ahora y del futuro. Contribuyen a esa confusión quienes equivocadamente por cierto, desde el campo popular, creen que tal o cual ministro, por sus méritos personales, podrían escapar de la telaraña  del manejo antipopular y traidor de quienes ofrecieron cambiar el país pero que ya en la Casa de Pizarro se entregaron  en cuerpo y alma a satisfacer la voracidad de la burguesía en el poder.


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