Apelando a esa vieja fórmula gatopardista de "cambiar algo para
que nada cambie" la pareja presidencial acaba de remover a algunas de
las gastadas fichas del gabinete de la señora Jara. Las cabezas
entregadas a los leones de la oposición ya están generando los efectos
esperados: han bajado los decibeles de la oposición de derecha. Los más
extremistas ya archivaron la moción de
censura del gabinete Jara, mientras comienzan a hablar de la
posibilidad, ahora sí, de dialogar con la pareja, en tanto que otros -
menos radicales- se esmeran en reventarle cuetes a algunos de los nuevos
ministros, sea por sus credenciales académicas o profesionales,
obviando que antes de ser titulares de carteras ministeriales ya
formaban parte del engranaje de gobierno de la administración pro gran
burguesa y transnacional de los esposos Humala.
Han
caído los ministros más vapuleados por esa oposición. Se mantienen en
su cargo, sin embargo, a aquellos ministros que como el titular de
Economía fue severamente derrotado en las calles y plazas de Lima y
provincias. Todo el mundo sabe que la ley pulpín, cuyo rechazo encendió
la pradera de la insatisfacción, fue obra del ministro Segura y de los
tecnócratas del MEF, que poniéndole oído a los intereses del gran
capital, elaboraron una norma a todas luces favorables a las bolsas del
gran empresariado. La movida no pasó desapercibida para las juventudes,
que en sus movilizaciones de diciembre y enero no solamente repudiaron
al citado ministro sino que también le pusieron las banderillas a la
Confiep, el gremio empresarial que le cambió el chip a la pareja
presidencial.
Ésta, no quiere chocar con quienes
parten el jamón en el país: petroleros, mineros, banqueros,
exportadores, etcétera. En otros términos al mantener a Segura y su
equipo les está garantizando a ese empresariado que el neoliberalismo,
impuesto por el fujimontesinismo en los años 90 del siglo pasado,
seguirá incólume, tal y como también lo desean los partidos de la
derecha que desde la oposición tronaron contra la ley pulpín cuidándose
sin embargo de chocar con el modelo neoliberal del cual participan,
ideológica y políticamente, y que en su momento, siendo gobierno -
fujimontesinistas, apristas, toledistas, con PPK de ministro de
economía- contribuyeron a su consolidación.
Nadie se
llame entonces a engaño. La derecha cazurra ha movido hábilmente sus
fichas para buscar un reacomodo que no ponga en peligro el modelo
capitalista, jaqueado ya por las masas populares, y se avance hacia una
transición gubernamental en la que se garantice la continuidad de las
coordenadas de manejo económico que están engrosando, como nunca, las
arcas del gran capital.
En esas circunstancias lo peor
que le puede ocurrir al pueblo y sus organizaciones es caer en el engaño
tramado. Que los cantos de sirena que comienzan a propagarse - por
ejemplo, el nuevo ministro de trabajo está hablando de convocar a los
jóvenes para elaborar una nueva ley laboral- calen en la cabeza de los
combatientes que en Lima y provincias están peleando por abrirse un
cauce propio, autónomo, diferente, de ejercicio político en defensa de
sus intereses de ahora y del futuro. Contribuyen a esa confusión quienes
equivocadamente por cierto, desde el campo popular, creen que tal o
cual ministro, por sus méritos personales, podrían escapar de la
telaraña del manejo antipopular y traidor de quienes ofrecieron cambiar
el país pero que ya en la Casa de Pizarro se entregaron en cuerpo y
alma a satisfacer la voracidad de la burguesía en el poder.
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