La ley 30288, con la que se pretende despellejar a los jóvenes
peruanos, sigue vigente porque todavía no ha sido formalmente derogada,
pero ha perdido legitimidad en las calles y plazas de las principales
ciudades del país. El rechazo multitudinario a dicha norma, en especial
en la movilización de ayer, en Lima, le ha quitado peso, trascendencia,
consenso, que es fundamental, en un Estado de Derecho para una justa
aplicación de una ley.
El pueblo, democráticamente en movimiento,
las juventudes en acción, le han quitado filo a la intentona
reaccionaria de la derecha y su gobierno de imponerle a los jóvenes un
indecente régimen laboral, contrario en la letra y en el espíritu a lo
establecido por la Organización Internacional del Trabajo (OIT).
¿Qué dice la OIT sobre lo que debe entenderse por trabajo digno?
Su definición es muy clara: "Significa contar con oportunidades de un
trabajo que sea productivo y que produzca un ingreso digno, seguridad en
el lugar de trabajo y protección social para las familias, mejores
perspectivas de desarrollo personal e integración a la sociedad,
libertad para que la gente exprese sus opiniones, organización y
participación en las decisiones que afectan sus vidas, e igualdad de
oportunidad y trato para todas las mujeres y hombres".
La cuestionada ley 30288 está en las antipodas de lo que sostiene la señalada entidad de las Naciones Unidas.
Por eso es que afirmamos que si la gran movilización del jueves 18 de
diciembre liquidó la ley laboral juvenil, la de ayer lunes 22 la sepultó
multitudinariamente. Poco o nada importaron las arengas de la rechazada
pareja presidencial para que la juventud se tragase el sapo sin más ni
más, como repudiada fue la maniobra del señor Urresti, que confundiendo
la indignación ciudadana con los desplazamientos de las barras bravas,
pretendió parametrar las primeras aunque con ello se llevase de
encuentro los derechos ciudadanos a la protesta.
La juventud
está a las puertas de la derogatoria formal de la repudiada ley. Hay
mociones congresales que van en ese sentido y el propio gobierno
comienza a presentar desencuentros que ahondan su debilidad. La cuadrada
pública de la señora Jara al ministro Urresti, con el retroceso de éste
en sus cuartelarias intenciones de verticalizar la movilización de ayer
en Lima; y, la expresión de disconformidad de la señora Marisol
Espinoza, vicepresidenta de la República, en relación a la ley: “El
trabajo tiene que ser digno, que ayude a las personas y evite la
precarización" ha dicho, evidencian contradicciones que no pueden
pasarse por alto.
Divorciados del pueblo, alejados radicalmente
de sus propuestas iniciales con las que cautivó a su electorado, la
pareja presidencial se encuentra más sola que nunca. Mientras tanto, el
ejercicio democrático directo, de masas, en calles y plazas, está
fortaleciendo al pueblo, a las juventudes que están incorporándose de
facto a la lucha política. Las fiestas de fin de año no pueden enfriar
el ánimo ni el entusiasmo de las masas populares que están a un paso de
una gran victoria.
No hay comentarios:
Publicar un comentario