lunes, 15 de septiembre de 2014

AAATENCIÓN, AAATENCIÓN...

AAAATENCIÓN... AAATENCIÓN...cambio en el equipo...

En el viejo Estadio Nacional - cuando jugaban Terry, Gómez Sánchez, Tito Drago, Joya, entre otros- había un locutor - ¿acaso Miguelito de los Reyes?- que se ganó su espacio en los sábados y domingos futboleros por la forma tan peculiar de anunciar los cambios de jugadores en medio del ardoroso encuentro.

Bastaba que se escuchara el clásico aaatención... aaatención... para que los miles de hinchas volteasen la mirada hacia el túnel por donde salían los jugadores para expresar su conformidad o desacuerdo con el cambio que se estaba anunciando. 

Cambiaba el jugador, pero no la táctica de juego, ofensivo o defensivo, no existía la diversidad de tácticas del presente. Los Bianchis, Valdanos, Guardiolas o Mourinhos no aparecían todavía en el firmamento futbolístico.

En todo ello me puse a pensar cuando se anunció anoche la renuncia del todopoderoso ministro Luis Miguel Castilla a la cartera de Economía, y se conoció el nombre de su reemplazo: Alonso Segura, el "brillante" economista - así lo califican los empresarios- que tendrá a su cargo la tarea de llevar a la práctica, en el plano de la reactivación económica, lo que su antecesor anunció de una manera directa, al sustentar el presupuesto de la República, o indirecta, por boca del presidente Ollanta o de la primera ministra Ana Jara.

En términos futbolísticos, estamos frente a un simple cambio de jugadores. La política económica seguirá siendo la misma. El señor Segura, como Luis Miguel Castilla manejan los mismos raciocinios progranburgueses, de otra forma el mandamás de la Confiep no hubiera avalado el cambio. Es más, Segura llega al ministerio no solamente con la aureola de haber sido el jefe de gabinete de asesores que tuvo Castilla, además tiene en su haber el de ser el artífice de los proyectos de "destrabamiento" de la inversión privada, es decir de las mayores facilidades que se le está dando al gran capital, en particular al extractivista.

II
 

¿Por qué se fue Castilla? Desde palacio se aducen razones personales, Vitocho señala como detonante la decisión congresal de traerse abajo el asalto a los independientes por parte de las AFP. Otros, como mi amigo Oscar Díaz Chávez habla de que el roche de los cuestionamientos - la ley Coca Cola por ejemplo- que afecta la imagen del tecnoburócrata. Todas son razones justas, pero me atrevo a formular otra hipótesis que tiene que ver con las debilidades actuales del gobierno del comandante.

Castilla no es un tecnócrata de los últimos tiempos. Tiene largos años en el oficio, incluyendo sus labores en los últimos gobiernos de turno. Sin embargo nunca ha jugado - vuelvo al terreno futbolístico- en condiciones tan adversas como las de ahora. El gobierno está en picada, lo ha dicho más de un analista, y su debilidad se expresa, por citar el espacio congresal, en la pérdida del control de tan importante centro de poder, hoy en manos de una oposición variopinta, pero oposición al fin y al cabo que está trayendo a mal traer a la administración Humala: la aprobación a los últimos gabinetes se ha dado con calzador y con maniobras de baja estofa, al ministro Mayorga lo tienen del cuello, Urresti puede seguir el mismo camino, y el propio Castilla estaba en salmuera.

Lo peor de todo es que si bien los empresarios estaban ñatos con él - el presidente de la Confiep ha calificado su gestión con un 18- en las filas gobiernistas dada la mediocridad rampante de los congresistas sus baterías de defensa estaban para llorar. ¿Y la pareja presidencial con la que formó la troika de poder en palacio de gobierno? Con la señora Nadine neutralizada en sus labores de asistencia social y un presidente que no da pie en bola a la hora de hablar sobre temas mayores, don Luis Miguel Castilla prefirió la comodidad de un nuevo puesto en la alta tecnoburocracia, aquí o en el extranjero, antes que seguir expuesto a las críticas de todo calibre, total, vistas las cosas pragmáticamente, tiene todavía toda una vida por delante.

Para cojudos... habrá pensado.

No hay comentarios:

Publicar un comentario