En diciembre de
2010, la recién electa Presidenta de la FECH, Camila Vallejo, asistió a
la Comisión de Educación de la Cámara de Diputados. Ese día, los
parlamentarios molestaron vía twitter al Diputado José Antonio Kast,
porque no podía concentrarse con la belleza de la joven dirigenta. Kast
respondía en la masiva red social, elogiando los ojos azules de Vallejo;
la joven, en cambio, respondió duramente exigiendo respeto y seriedad. Ahí comenzó el pecado.
Hoy,
no le parecen tan inocentes y bellos los ojos de Camila Vallejo, al
Diputado Kast y Cía. Sobre todo cuando esos ojos, carisma y convicción,
que lo pararon en seco hace casi 4 años, hoy encabezan legislativamente
la idea de avanzar en terminar con el mercado de la educación.
Camila
Vallejo ha pecado. La joven de 26 años -hoy Diputada de la República,
ayer Presidenta de la Fech, a la cabeza del mayor movimiento estudiantil
tras la dictadura- ha cometido el error de pensar, hablar y
elaborar política nacional, pese a ser bella, gozar de hermosos ojos
azules y sex appeal estilo francés.
¿Cómo
se le ha pasado por la cabeza a esta jovencita pecar de esta manera?
Camila, además de hermosa, decidió un día estudiar en la universidad,
luego entrar a militar en un partido político que en su programa se
define como revolucionario, llegar a ser presidenta de la más importante
federación estudiantil, y luego ser una Diputada que sigue marchando al tiempo que legisla.
Ay,
Camila, ¿cómo te equivocaste tanto? ¿Es que nadie te enseñó que las
mujeres bonitas no necesitan pensar? ¿Cómo se te fue a pasar por la
cabeza que ibas a ingresar a la política y transformarte en una de las
100 personas más importantes del mundo, sin que el machismo enraizado en
nuestra sociedad despertara?
El último pecado de Camila, ha sido actuar en consecuencia.
La
joven diputada ha sido una de las principales figuras en encabezar el
primer proyecto de ley de la reforma educacional, ese que terminará con
el lucro que sacó a millones de chilenos de su estado zombie (el 2011), y
los hizo marchar semana tras semana con una principal demanda: fin al
lucro.
Pues bien, Camila al ser elegida como Diputada, decidió
liderar estas reformas, pese a las críticas, ofensas y cuestionamientos.
Todo para cumplir con la más mencionada de las demandas de la calle:
terminar con el lucro en la educación y, de paso, con la selección y el
copago.
El primer pecado de Vallejo, al demandar al
Diputado UDI respeto a su cargo como Presidenta de una federación
estudiantil con más de 100 años de historia, más allá de su apariencia,
no fue el único que hemos conocido. Luego, cuando ya se alzaba como la
líder del movimiento social por la educación del 2011, Camila siguió
pecando y se enfrentó al diario de la farándula LUN, que le dedicó una
machista y misógina portada, en la que le pedía mover la colita. Qué
osada Camila, negarse a mover su cuerpo sólo para goce público.
Y
más adelante, cuando ya perfilaba como candidata a diputada, la joven
siguió en su camino: resulta que la muy fresca decidió -sí, decidió, no
esperó el designio del Señor- quedar embarazada sólo por el deseo de ser
madre. Le dijeron que se le haría muy difícil, que era una
irresponsable y una maniobra política. Camila respondió con una carta
pública: “son millones las mujeres que llevan adelante sus embarazos en
contextos probablemente más adversos que yo”.
Camila
Vallejo, una de los 100 personajes del Time, la portada de medios
alemanes, franceses y demases, persona del año por el diario inglés The
Guardian el 2011, y una de las 150 mujeres más influyentes de la Revista
Newsweek 2012, seguirá pecando para molestia de muchos.
Camila Vallejo ha sido una mala mujer, pues se ha abierto camino en la política sin dejar de lado su femineidad, su maternidad y sus anhelos ideológicos.
En definitiva, sigue siendo una mujer integral, y eso debe molestar a
quienes a regañadientes han aceptado el ingreso de la mujer al mundo
público/político/laboral, pero se niegan aún a que ésta cambie los
formatos de poder y sólo le “permiten” ingreso si se adapta a su modelo.
El
modelo capitalista, en su fase neoliberal actual, sabemos que no es
sólo económico, sino también cultural; y en el plano de la mujer, todas
las discriminaciones y exclusiones que vive se resumen esencialmente en
la objetivización. Esto es, que la mujer no es considerada un
sujeto de derechos, sino un objeto de deberes, tales como deberes de
familia, sexuales, de belleza, de preponderancia social, etc.
Los
medios de comunicación y la opinión pública, hacen su aporte a esta
reproducción de modelos, donde hombres y mujeres cumplen roles
preestablecidos. Y cuando alguno sale de su molde, incomoda; a veces de
forma consciente -como es el caso de señores y señoras de la derecha
política- pero la mayor parte es de manera inconsciente. Es esa la
ganancia más compleja del modelo: la de la subjetividad de las
conciencias de chilenos y chilenas.
Desde que Camila
Vallejo se posicionó públicamente, las críticas desde la derecha se
centraron en su inexperiencia y su anhelo de que “madurara para
abandonar su ideología”. Hoy, cuando es una de las figuras jóvenes de la
política nacional con más amplia proyección futura, la campaña
mediática se centra en el desprestigio, instalación de mentiras,
análisis y cuestionamiento de su vida personal y su pareja, y un sin fin
de ataques que se actualizan casi a diario.
¿Tanto es
el temor de los que impusieron, sostienen y defienden este modelo, de
una joven mujer comunista, que destinan tanto tiempo y recursos en
cranear mentiras semanales que caen en el absurdo?
Para su
lamento, Camila Vallejo seguirá siendo una pecadora. Seguirá llevando a
la Sala de la Cámara de Diputados a su hija Adela. Seguirá
marchando por la educación pública, siendo comunista y luchando para
terminar no sólo con la educación de mercado, sino con todo el modelo
neoliberal. En este camino, seguramente, irá junto a muchas
otras mujeres pecadoras, públicas y anónimas, tal como dijo ella,
“gústele a quien le guste”.
En: Género
26 de agosto de 2014
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