viernes, 9 de mayo de 2014

EL SOCIALISMO ERA NUESTRO NORTE

En mis correrías políticas, allá por los 70, en lucha frontal contra los militares, tuve ocasión de interactuar con obreros de carne y hueso, jóvenes exponentes de una nueva generación obrera que emergió al compás de la modernización del capitalismo en el Perú. La mayoría de ellos eran provincianos, algunos con secundaria completa, otros rozando apenas la primaria. Unos y otros, sin embargo, dispuestos a saltar de la lucha económica, gremial, a la lucha política y revolucionaria, como en no pocos casos ocurrió; transición que evidentemente no se dio de una manera espontánea, sino a través de la presencia de un partido que en esos años se atrevió a ir a las masas básicas de la producción, con un programa, una táctica y una estrategia - la justeza o no de estas herramientas es otro tema- y una vocación por organizar y educar a los trabajadores. La lucha por el socialismo era nuestro norte.

Páez, Quezada, Panta, Alvarado, Claudio, Chuquipul... son algunos apellidos de esos obreros fabriles que llegaron a ocupar puestos de vanguardia en el movimiento sindical de esos años -son los tiempos de los paros nacionales y de las movilizaciones multitudinarias- sorteando todo tipo de riesgos, dispuestos incluso a entregar sus vidas en defensa de sus ideales. Un grueso de ellos en más de una oportunidad fueron a dar con sus huesos a las mazmorras de la dictadura y Jesús Alberto Páez llegó hasta el sacrificio: fue secuestrado cuando se dirigía a trabajar, nunca más de se supo de él.

En los tiempos que vivimos, bastante inerciales en términos políticos - desde una perspectiva obrera y popular -es necesario tomar nota de esas experiencias, por las que pasaron todos los partidos de izquierda que se reclamaban del socialismo, a fin de afinar el relanzamiento de una alternativa que desde las contingencias del día a día rompa con las ilusiones de alcanzar la felicidad de nuestros pueblos en los marcos del capitalismo. Sería la mejor manera de conmemorar el 1 de mayo.

Un abrazo a todos los trabajadores de la ciudad y el campo, manuales e intelectuales; un saludo especial a los camaradas obreros con los que compartí históricas jornadas de lucha
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