Si la
señora Nadine Heredia, al hablar sobre el caso López Meneses cumplió o
no con las formalidades institucionales que le prohiben salirse de los
marcos de sus funciones de primera dama, es algo secundario en un país
tan informal como el nuestro.
Lo más importante, a mi juicio, es lo que ha dicho la señora, como expresión nada democrática de lo que algunos han comenzado a llamar el pensamiento Nadine.
Para la esposa del presidente Humala, la comisión congresal que investigue el caso López Meneses debería ir "hasta las raíces del hecho"; es decir, según la señora, hasta los años 90 "cuando Montesinos inició sus contactos", en lugar de que la investigación se centre en el caso en sí y las múltiples relaciones mafiosas que el operador del fujimontesinismo podría haber establecido en el aparato estatal.
Cualquier mortal, al escucharla, podría preguntarse: ¿la señora Nadine quiere realmente que se investigue el tema? La pregunta no está demás porque la praxis burocrática indica - peor todavía en entidades tan ineficientes y parcializadas como el congreso- que lo ideal para alargar el caso y diluirlo es justamente extender sus propósitos.
Que de la investigación sobre el poder actual que ostentaba López Meneses surja la necesidad de ir hasta otros periodos gubernamentales es otra cosa; la comisión podría determinarlo, sin obviar el propósito prioritario de investigar aquí y ahora la actuación concreta de la mafia.
De lo contrario, siguiendo la lógica de la primera dama, los investigadores deberían ir hasta los años del gobierno militar de los 70 cuando Montesinos comenzó a trabajar para la CIA, como está documentalmente probado.
Lo más importante, a mi juicio, es lo que ha dicho la señora, como expresión nada democrática de lo que algunos han comenzado a llamar el pensamiento Nadine.
Para la esposa del presidente Humala, la comisión congresal que investigue el caso López Meneses debería ir "hasta las raíces del hecho"; es decir, según la señora, hasta los años 90 "cuando Montesinos inició sus contactos", en lugar de que la investigación se centre en el caso en sí y las múltiples relaciones mafiosas que el operador del fujimontesinismo podría haber establecido en el aparato estatal.
Cualquier mortal, al escucharla, podría preguntarse: ¿la señora Nadine quiere realmente que se investigue el tema? La pregunta no está demás porque la praxis burocrática indica - peor todavía en entidades tan ineficientes y parcializadas como el congreso- que lo ideal para alargar el caso y diluirlo es justamente extender sus propósitos.
Que de la investigación sobre el poder actual que ostentaba López Meneses surja la necesidad de ir hasta otros periodos gubernamentales es otra cosa; la comisión podría determinarlo, sin obviar el propósito prioritario de investigar aquí y ahora la actuación concreta de la mafia.
De lo contrario, siguiendo la lógica de la primera dama, los investigadores deberían ir hasta los años del gobierno militar de los 70 cuando Montesinos comenzó a trabajar para la CIA, como está documentalmente probado.
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