domingo, 6 de octubre de 2013

EL PERÚ RACISTA


Magaly Solier, nuestra laureada actriz huantina, ha sido agraviada públicamente por comentarios racistas de diferente calibre. Y mientras la solidaridad con la guapa Magaly se multiplica en las redes sociales, el periódico que arropó los insultos calla en todos los idiomas. Quien calla, otorga, bien lo sabemos.

Lo ocurrido revela que en pleno siglo XXI, con todas las etapas de modernización capitalista y democrática que llevamos encima, sin embargo seguimos cargando con la lepra del racismo y la exclusión. Es decir, hay un Perú que sigue pensando como pensaron los españoles que nos invadieron en el siglo XVI: que los blancos, por naturaleza, estaban por encima de los indios y de los negros; que la cultura europea, su idioma, su lengua, sus dioses, sus costumbres, su civilización, era lo único de importancia en este mundo, porque las creaciones materiales y espirituales de los hombres y mujeres que encontraron, según ellos, eran obra de seres que todavía no alcanzaban la estatura del humano.

O en el mejor de los casos que sí, eran humanos, pero salvajes, a los que Occidente debería civilizar.

Desde esa concepción, las mujeres no cuentan, son algo así como paquebotes de tercera, útiles para la casa y para la cama, e incluso en este último caso pasibles de ser sustituidas por las negras, pura candela, en el retorcido imaginario sexual del blanco o del supuesto blanco.

¿Acaso en el Perú las mujeres no tuvieron que esperar hasta 1956 para poder votar o no es cierto que en la actualidad, bajo el imperio del neoliberalismo, las mujeres ganan salarios inferiores a los varones a pesar de realizar las mismas labores?

Para ese Perú racista y excluyente, la diversidad racial, cultural, lingüistica y religiosa, consustancial a los orígenes y desarrollo de nuestra formación social no es una fortaleza, es una debilidad. Por eso promovieron la inmigración europea para "mejorar la raza"; o por ello, incluso hasta el presente, siguen pensando en que la única salida de desarrollo para el país es la integración de esas diversidades -andinas y amazónicas en lo fundamental- a las reglas de juego de la cultura occidental.

Son incapaces de aceptar que esa salidas integradoras han fracasado, que la apuesta hoy por hoy es la de la unidad en la diversidad; en otras palabras: que tenemos que apostar por una salida intercultural, de pleno respeto a esa heterogeneidad.

Magaly Solier, es un buen referente de esas potencialidades interculturales y de género existentes en el Perú, a la que hay que adicionarle una personalidad forjada en medio de las vicisitudes del mundo andino. acostumbrada por tanto a nadar contra la corriente, a caminar siempre cuesta arriba, con plena libertad, sin cortapisas, echando a volar el pensamiento y la imaginación...

Por eso es que ese Perú excluyente no la quiere.

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