jueves, 10 de enero de 2013

SIN PAPAS NI FREJOLES




Uno

Cuando epilogaba la dictadura militar, allá por los años setentaitantos, y al lado de una pléyade de jóvenes nos involucramos en el impulso y organización de mítines y movilizaciones electorales en Lima y provincias, en ningún momento se nos cruzó por la cabeza el usar las papas o los frejoles para motivar la asistencia de los hombres y mujeres -con los que trabajábamos políticamente- a los actos electorales programados.

Esos mítines y movilizaciones eran masivos. Recuerdo uno en especial, el que se efectuó en la plaza San Martín. La  izquierda radical llenó  ese escenario de bote en bote. Obreros y artesanos, pobladores de pueblos jóvenes, jóvenes sin trabajo, maestros, estudiantes universitarios y secundarios, trabajadoras del hogar, empleados estatales y bancarios... de todas las edades habían confluido en la plaza. 

Llegaron convocados por una idea, por una propuesta, y por los candidatos que las enarbolaban.

Claro que nada de ello fue obra de la casualidad. Los partidos en esos años trabajaban a 200 por hora, incorporados en el día a día de las organizaciones de esos hombres y mujeres: sindicatos, asociaciones vecinales, federaciones estudiantiles, frentes de defensa, rondas campesinas, movimientos de intelectuales.

La lucha antidictatorial fue el elemento central que las movilizaba y los paros nacionales y sectoriales se habían constituido en sus mejores escuelas de organización y lucha.
  
Dos

En los años 90 mientras Fujimori y Montesinos corrompían congresistas comprando sus conciencias y votos, fuera del palacio legislativo, aprovechándose perversamente de las necesidades de los pueblos, los degradaban, comprándoles también sus conciencias con las papas y frejoles que con el dinero del erario nacional distribuían a diestra y siniestra, en Costa, Sierra y Selva.

Si ustedes repasan con tranquilidad algunos de los vladivideos verán lo siguiente: Montesinos, con ajos y cebollas de por medio reclama a sus interlocutores que le regalen ollas y cocinas a los comedores populares para ganar su adhesión. “Hace como cinco años no tienen ollas; las ollas están viejas, hay  que comprarles ¡carajo!”, escupe el corrupto. Previamente, a sus mismos escuchas les ha dicho que con ayuda de la policía y el dinero del estado, van a organizar centenares de polladas. “Le ponemos la orquestita, le ponemos el atrio…la música, un poco de la cerveza, después llega el polo, el calendario…y va aflorando la cuestión política” vocifera el asesor.

Tres

Lo vimos hace algunos días en un noticiero televisivo. Los patrocinadores de la revocatoria  de la alcaldesa de Lima han organizado un mitin frente a un edificio miraflorino. Las mujeres y hombres, que con sus niños en brazos han sido llevados en ómnibus, portan carteles de diferentes tamaños y gritan indesmayablemente consignas contra la señora Villarán. 

Lo que llama la atención es que varias de ellas, interrogadas por los periodistas, no saben ni siquiera que están haciendo ahí.
Es evidente que a cambio de su presencia y gritos algo van a recibir, quizá papas, aunque también pudieran ser frejoles.

Acabo de leer en un diario capitalino que en Ate, don Marco Tulio, cabeza visible de los revocadores trató de ganar adeptos con música, gaseosas y bocaditos; en otros lugares de seguro que organizará polladas, distribuirá ollas, polos, almanaques y no faltarán sus cervezas…buen alumno de Montesinos había resultado ser ese Marco Tulio.

Enero de 2013


No hay comentarios:

Publicar un comentario