sábado, 9 de junio de 2012

¡QUÉ VIVAN LOS ESTUDIANTES!


A los estudiantes de la Universidad de Cajamarca, 
que al lado de su pueblo hoy se baten en defensa de la vida 
y contra la rapacidad de una minera...


Violeta Parra, la inolvidable cantautora chilena siempre viva en la memoria de los pueblos latinoamericanos, tiene en la historia del movimiento estudiantil un lugar especial. Nadie como ella para pintar en negro sobre blanco las potencialidades estudiantiles en la defensa de las mejores causas de las universidades y de pueblos como los nuestros. “Me gustan los estudiantes – escribió en una canción de antología- porque son la levadura del pan que saldrá del horno con toda su sabrosura para la boca del pobre que come con amargura”. 

Esa letra reflejaba los tiempos de gloria de los movimientos estudiantiles. En el mundo, a los estudiantes, además de estudiar, les interesaba todo lo humano: las luchas anticoloniales de los pueblos como Vietnam, invadido por el imperio norteamericano, el descarnado racismo de los invasores, las dictaduras que asolaban América del Sur, la guerra fría, el conservadurismo de las viejas sociedades europeas, la crisis del capitalismo descargada sobre los hombros de los trabajadores, las luchas de los condenados de la tierra…mientras no se dejaba de soñar por alcanzar un mundo diferente. El socialismo era la utopía. 

En los tiempos que corren, después de un largo silencio los estudiantes vuelven a ponerse en pie de lucha. La crisis del capitalismo europeo los ha empujado a volcarse a las calles formando parte de los ejércitos de indignados que se han levantado contra los ajustes fondomonetaristas, reclamando además, para sus universidades una reformulación de sus planes de estudios para poder entender esa crisis. La ofensiva ideológica del neoliberalismo los había dejado sin cursos de humanidades, como también les había recortado las asignaturas procedentes de las ciencias sociales. Hoy reclaman su restablecimiento, al mismo tiempo que se oponen a las reducciones presupuestales que afectan a las universidades o al desarrollo de la ciencia y la tecnología. La búsqueda de la calidad académica no es ajena a sus programas de combate. 

En esta parte del mundo, mientras tanto, el estudiantado chileno ha pasado a convertirse en la vanguardia del movimiento estudiantil latinoamericano. Su pelea es frontal contra el lucro en la educación, pieza maestra del modelo neoliberal en el campo educativo, pero no le son extrañas las batallas contra la desigualdad y por la justicia social, por ende por el cambio del modelo económico impuesto por Pinochet; quien además de eliminar la gratuidad de la enseñanza dejó sin cogobierno a los estudiantes, como parte de una embestida contra el movimiento popular chileno, que hoy, acicateado por el estudiantado en lucha, vuelve también a ser protagonista. La hegemonía de la derecha está hoy severamente cuestionada; los estudiantes, con su presencia en calles y plazas, sus cánticos, sus escenificaciones y mil formas creativas de pelear contra un gobierno que no los representa, han tendido la alfombra roja de una confrontación que la van perdiendo los herederos de Pinochet. 

II 

En el Perú, sin embargo, en medio de la crisis total de la universidad, el movimiento estudiantil no logra sacar cabeza. La crisis de los partidos políticos y la embestida académica del neoliberalismo, con sus perniciosos efectos: la despolitización y la antipolítica se encuentran en la base de ese retroceso, que ha sido magníficamente aprovechado para que el mercantilismo se enraíce en todo el sistema universitario, que se ha engrosado cuantitativamente por el avance de las universidades-empresa, pero ha tenido como contraparte – salvo algunas honrosas excepciones- un notorio descenso del nivel académico, de la investigación científica y de la proyección social. 

Mientras en 1960 existían en el Perú 10 universidades, de las cuales 9 eran estatales y 1 privada, a fines del año 2011 se contabilizaban 129 universidades, 78 de las cuales son privadas, contra 50 estatales y 1 de carácter municipal; crecimiento del sistema universitario que en gran parte ha obedecido a la existencia del DL 882, aprobado en 1996, que autorizó la inversión privada con fines de lucro en la educación superior. Pero si de calidad académica hablamos, es bueno tener en cuenta el estudio del arquitecto Javier Sota Nadal, ex rector de la UNI, quien sin cortapisa alguna sustenta que en el Perú sólo existen 20 universidades “que pueden llamarse como tal”, mientras que el resto sirven únicamente para “amortiguar el desempleo juvenil”. 

III 

Que la universidad peruana, particularmente la estatal ha sido abandonada a su suerte, es algo que no merece discusión, como tampoco se discute el avance arrollador de la mercantilización y la corrupción. En la universidad todo tiene un precio, incluyendo el voto docente y estudiantil, útil para elegir y perennizar camarillas en el poder. ¿Cómo explicarnos estos hechos? Gran parte de la respuesta está en la despolitización del movimiento estudiantil. Los partidos políticos y las dirigencias que los representaban en los gremios y en los tercios estudiantiles, y que jugaban un rol fiscalizador y de vanguardia, pertenecen al pasado. Han sido reemplazados por los operadores, que sin más banderas que su interés personal intermedian entre las camarillas docentes afanosas de poder y las masas estudiantiles, a las cuales se las seduce con reivindicaciones meramente inmediatistas: exoneración de pagos, matrícula indiscriminada, exigencias académicas cero…alejándolas de cualquier interés social o político. 

Este reduccionismo del interés estudiantil a lo estrictamente inmediato ha sido además ideológicamente alimentado por una reforma curricular que al igual que en Europa se ha orientado al individualismo y al pragmatismo, al eliminarse de los planes de estudios todas aquellas asignaturas que en otros tiempos impulsaban la reflexión, el pensamiento crítico, la creatividad, la curiosidad científica… lo que cuenta ahora es la obtención del título, en el menor tiempo posible. De esta forma la universidad se ha vuelto una simple fábrica de profesionales, divorciados de todo interés más o menos serio por la investigación o por la proyección hacia la comunidad; mientras que como institución se ha transformado en un ente sordo, ciego y mudo. ¿Han leído ustedes algún pronunciamiento de la universidad sobre los sucesos de Cajamarca o de Espinar? 

IV

De lo que se trata entonces es de reconstruir el movimiento estudiantil universitario, dotándolo de una perspectiva que involucre las preocupaciones de la academia: el rigor académico, la investigación científica, la proyección social, la cualificación del posgrado, pero que asimismo se oriente a reformar la universidad, haciéndola partícipe, desde su propio quehacer, de las preocupaciones por el desarrollo económico y social del país, por el bienestar de las masas populares, a nivel nacional y regional, para lo cual sin duda hay que confrontar con aquellas corrientes malsanas, sea cual sea el nivel en que se encuentren, que medran de la mediocridad académica y de la falta de rumbo de la institución. 

En otros términos, hay que recuperar los espacios universitarios, para sin menoscabo de la calidad académica, volver a hacer de ellos plazas de inquietudes y de victorias, canteras de líderes y escenarios de una nueva manera de hacer política donde la ética, los principios y los valores sustenten el accionar de un movimiento que esté dispuesto a hacer realidad el canto de Violeta Parra, es decir, en constituirse en la levadura del pan que saldrá del horno con toda su sabrosura para la boca del pobre que come con amargura…

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