viernes, 30 de diciembre de 2011



Cajamarca, personaje del año


Así como está ocurriendo en diferentes puntos del orbe, en el Perú comienzan a surgir las propuestas de los personajes del año que está feneciendo. Para este escriba, el pueblo de Cajamarca bien se merece tal distinción. Las pruebas están a la vista, la primera de las cuales tiene que ver con la posición digna, de protesta ciudadana, adoptada frente a los abusos y atropellos de Yanacocha, la empresa minera que está violentando la vida en esa región y que a través del proyecto Conga pretende seguirlo haciendo, esta vez con el aval de un gobierno que en el papel insurgió como defensor de los más caros intereses del pueblo cajamarquino (pueden verse todavía los videos colgados en youtube) pero que en los hechos se ha colocado abiertamente del lado de la codicia del consorcio empresarial.

Esa defensa de la vida, que le está costando a Cajamarca sangre, sudor y lágrimas, es un buen ejemplo de que los consejos de la derecha – no hacer olas, no ideologizar los reclamos no caer en el juego del radicalismo antiminero, hay que proteger las inversiones, etcétera- no pasan de ser interesados cantos de sirena. Si el pueblo cajamarquino hubiera hecho caso a esas recomendaciones, a estas alturas, Yanacocha, con el respaldo de la administración Humala, ya estaría ejecutando un proyecto que a entender de los verdaderos especialistas – para diferenciarlos de aquellos mercenarios que elaboraron el primer estudio de impacto ambiental favorable a los intereses de Yanacocha- constituye un verdadero atentado contra la naturaleza y la salud de las poblaciones cajamarquinas; pero que muy marketeramente fue presentado como el “primer proyecto de clase mundial” con el que cuenta el Perú, sobre todo por los US$ 4 800 millones de dólares que oficialmente están en juego, como parte de un paquete de inversiones mineras que en Cajamarca estarían llegado a los US$9 641 millones de dólares, todos peligrosos desde la defensa del agua y del medio ambiente.

Gracias a ese levantamiento popular es que la empresa retrocede en sus intenciones de sí o sí llevar adelante el proyecto; obligando luego al propio gobierno a volver sobre sus pasos y comenzar a hablar de la necesidad de un peritaje internacional. La última palabra, sin embargo, no está dicha, bien sabemos de la capacidad de maniobra que tienen las grandes empresas, sobre todo cuando han logrado ganarse el respaldo de los gobiernos. Por eso es que lo peor que le podría ocurrir al pueblo cajamarquino es dejar de lado esa rebeldía innata, que ha puesto al sol la verdadera catadura de la derecha en el Perú, que apuesta por el proyecto Conga a como de lugar; pero protesta democrática que además tiene el valor agregado de haberle sacado la careta a la administración Humala.

Esta es la segunda razón por la que apuesto por el pueblo cajamarquino como el personaje del año. Su lucha ha provocado un nuevo realineamiento de las fuerzas sociales y políticas que necesariamente se tuvo que reflejar en el gobierno en su conjunto. El reposicionamiento del presidente Humala, es decir su derechización, ha ido de la mano con una reposicionamiento de las diferentes fracciones de la gran burguesía en el Perú y sus partidos políticos, que ayer nada más combatían abierta o solapadamente al gobierno, pero que hoy lo defiende sin rubores de ningún tipo; respaldo en el que también está comprometido el propio cardenal Cipriani – que sabemos bien de qué pie cojea- y que ¡oh sorpresa! ha comenzado a mostrar sus coincidencias ideológicas y políticas con el gobierno, como está ocurriendo con los temas del aborto terapéutico, la píldora del día siguiente y con lo que el primado considera una buena labor del presidente Ollanta por promover la inversión y el empleo, proyecto Conga incluido.

De no haber ido por la insurgencia cajamarquina, la administración Humala hubiera continuado envuelto en esa aureola de magnaninimidad , de progresismo, de izquierdismo, y hasta de socialismo, con la que estuviera recubierto hasta antes de la confrontación con el pueblo cajamarquino. El país sabe ahora, por los hechos mismos, que estamos ante un gobierno que no se hace bolas en continuar con el programa económico del neoliberalismo, asumiendo incluso la dureza política que es indesligable de su aplicación, como lo está demostrando en el tratamiento de las reivindicaciones del pueblo cajamarquino, donde la impronta de la militarización muestra ya su hocico.


Lima, diciembre de 2011

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