ILUSTRADO
Eloy Jáuregui
Gran parte de los periodistas de raza –aquellos que trabajábamos de madrugada en los diarios del centro de Lima- nos ‘iluminamos’ con la literatura que venía debajo de los sobacos del mítico librero Jorge Vega, ‘Veguita’. Yo lo conocí de hercúleo gimnasta, más catchascanista que griego, nadando en La Herradura, tomándonos un trago en extinción, el ‘Sol y sombra’ en ‘El Suizo’ y, como buenos limeños, rajando de los amigos y alabando los traseros de las damas de la noche. ‘Veguita’ hoy está internado en el Instituto Nacional de Enfermedades Neoplásicas (INEN). Sufre de un cáncer ocular. Y no voy a repetir aquella frase que pronunciara cuando se enteró de la enfermedad del recordado Mario Campos. Vega puso la cara de circunstancias y esa vez dijo: “Que sufra mucho, pero que nunca muera”, como el vals.
Hace un mes estuve con él en La Casa de la Literatura. Nos rodeaban buenos piscos, muchachas muy jóvenes porque estaban enamoradas, poetas de toda laya aun con olor a biberón ‘curalizio’. Los muchachos de la revista Lima Gris le habían dedicado una gran entrevista a ‘Veguita’. En la portada lucía el trashumante capitalino ahora medio encorvado con un titular justiciero: “El dandy limeño” y otra frase suya: “maldigo la idea de la eternidad porque debe ser más aburrida que la puta madre”. La entrevista era de Luis Chávez Alpaca y en ella ‘Veguita’, de 74 años, se despachaba sin piedad de los mitos que aún se conservan en vinagre del periodismo, la literatura, la gastronomía, la bohemia y los antros limeños.
Y a quién no conoce ‘Veguita’. Incluso una vez comentó que yo sufría de osteoporosis porque andaba mal de la columna (periodística). Jodido e inmensamente culto, llegaba a las redacciones de La Prensa, El Comercio, Expreso o La República (a Correo no iba porque allí solo leen Condorito) con libros que trataban desde la inmortalidad de la araña negra, pasando por una traducción secreta de Balzac y hasta uno de Adán Felipe Mejía “El Corregidor” –el mejor cronista del Perú S. XX. Cierta vez llegó con Vásquez Serra, personaje de mi novela “Aunque me cueste la vida”, a mi oficina del ‘Tobara’, mítico bodegón-fonda allá en Surquillo. Nos prepararon un ‘Zocotroco’ (Coñac Tres Estrellas, Pasteurina y jugo de naranja) y empezamos a las 5 de la tarde (la hora en que mataron a Lola) y salió con ‘volatín’. Vega estuvo imparable, contó de una bronca descomunal en el prostíbulo ‘La Nené’ hasta que vino la ‘mami’ y dijo: “Por favor señores, más cultura que están ustedes en un burdel”. Entonces todos se abrazaron y siguió la jarana.
César Terán, que lo visitó en Neoplásicas ha dicho que “aunque el librero libertino se presume de ser ateo, él es más bueno y solidario que muchos cristianos. Recemos por él. Sé que saldrá bien de este trance y pronto lo tendremos por las redacciones desparramando sabiduría y fregando a todo el mundo”. Yo solo quiero recordar su lema para las lides del maldito amor: “agítese, úsese y bótese”. Entonces, ‘Veguita’. Qué importa mañana la condena si estuvo un rato el corazón contento.
diario16.com.pe
06-08-11
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