sábado, 21 de agosto de 2010

DEMOLER, DEMOLER...

La tarea de demolición de la candidatura de Susana Villarán al Municipio limeño recién empieza, anotó hace algunos días un analista político, al observar el vuelo que comenzaba a coger la lideresa de Fuerza Social. No se sabía en ese momento cuál iba a ser la postura final del Jurado Nacional de Elecciones ante la tacha a la candidatura de Álex Kouri, uno de los platos fuertes de la contienda municipal, aunque también uno de los más controvertidos por su relación con el fujimontesinismo y el aprismo.

Con Kouri definitivamente fuera de carrera, la ultraderecha no tendría mayor inconveniente en girar en sus pretensiones hacia otros candidatos, pragmatismo es lo que le sobra; y desde esta perspectiva Lourdes Flores y Humberto Lay podrían disputarse esos votantes potenciales, sus coincidencias ideológicas y políticas pavimentan ese acercamiento, a pesar de que en el terreno municipal presenten diferencias que no son sustanciales.

Como ya lo han dicho algunos observadores, en esa hipotética redistribución de votos algo le puede caer, o ya la está cayendo a la Villarán, lo que podría engrosar las preferencias de las que hoy goza. No obstante sería mezquino afirmar que en ese trasvase estaría la explicación última de su despegue electoral, como tampoco podría ser un efecto de la andanada de palos que comienza a propinarle en ese proceso de demolición al que hemos aludido.

La señora Villarán tiene su propia hoja de vida, que incluye una experiencia de gestión, que le está permitiendo engancharse con amplios sectores de la población limeña desde una óptica que no es la misma que la del Alcalde Castañeda, que en nombre de una cuestionable modernidad urbanística se ha olvidado de los problemas fundamentales de los hombres y mujeres de a pie, a los que incluso no se les da el rostro. La tan mentada mudez del burgomaestre capitalino en la práctica encierra un profundo desprecio a una población que sufre todos los días los estragos de una política de construcciones que no tiene cuando acabar, o que está atada de manos frente al accionar de una delincuencia sin freno.

Son esos hombres y mujeres los que observan con esperanza la candidatura de la Villarán. Comienzan a ver en ella una alternativa diferente, transparente, una posibilidad de cambio, para dejar de ser simples convidados de piedra, y convertirse en protagonistas en la gestión de una ciudad que hace tiempo dejó de ser ciudad de los Reyes para convertirse en una ciudad de todas las sangres.

El futuro de la candidatura de la Villarán está en las propias manos de las organizaciones políticas que la auspician, en su línea de masas para compenetrarse con sus electores, persuadiéndolos de las bondades de su programa, diferenciándose de las propuestas de la derecha que no son sino más de lo que ya ha mostrado el Alcalde Castañeda, afrontando con firmeza y solidez las trasnochadas acusaciones de aquellos grupos visceralmente excluyentes, por ende antidemocráticos, que no soportan la más mínima transgresión a su ortodoxia ideológica y política.

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