SUSPENDEN
A JUEZ GARZÓN

Madrid.-14 de mayo. Cerca de las dos de la tarde. Probablemente uno de los momentos más duros y tristes que ha vivido durante los veintidós años de servicios prestados en la Audiencia Nacional, su casa. Arropado por los aplausos y el cariño de varias decenas de funcionarios, los fiscales y jueces más amigos y de una treintena de ciudadanos entre los que destacaba la abogada Cristina Almeida, Baltasar Garzón bajó ayer sin tener muy claro si se trataba de un adiós o un hasta luego las mismas escaleras que subiera aquel mes de enero de 1988, recién nombrado titular del Juzgado Central de Instrucción número 5.
Garzón, temido, odiado y amado con la misma intensidad, no pudo contener las lágrimas mientras entraba en el coche oficial junto a su esposa, Rosario Molina, que no quiso dejarle solo en ese trance y que ayer fue a buscarle a la Audiencia. Momentos antes, el juez trataba de capear el temporal con una sonrisa, se fundía en un sincero abrazo con Santiago Pedraz (que temporalmente deberá hacerse cargo del juzgado) y recibía el saludo cariñoso de Fernando Andreu y de la fiscal Dolores Delgado. Otros compañeros, como los jueces Fernando Grande-Marlaska e Ismael Moreno o los fiscales Vicente González Mota y Pedro Martínez fueron a verle durante la mañana a su despacho para transmitirle su apoyo y lamentar el difícil momento que está atravesando, informa Ep.
La noticia de la suspensión cautelar la recibió Garzón mientras interrogaba a uno de los imputados de la «operación Pretoria», una de las últimas llevada a cabo por el magistrado contra la corrupción política y urbanística. Faltaban unos diez minutos para la una y media de la tarde cuando recibió una llamada. Pidió entonces al empresario Josep Singla y a su letrado que abandonaran unos minutos el despacho. Cuando regresaron, relataron después a los periodistas, no notaron que Garzón hubiera recibido «una mala noticia».
Recibió la noticia de la suspensión mientras interrogaba a un imputado de la operación Pretoria
Tan solo media hora después de la llamada, Garzón salía de la Audiencia. Atrás quedaban momentos de gloria, como los de sus investigaciones contra el entorno político, mediático y empresarial de ETA, un éxito que todos le han reconocido; otros de polémica, como la investigación de los GAL tras su breve salto a la política de la mano de Felipe González y que le valieron las críticas encarnecidas del PSOE de entonces y los elogios del PP, o el más reciente «caso Gürtel», que le ha costado una imputación penal; y otros de atrevimiento, como la orden de detención del dictador chileno Augusto Pinochet. Y atrás quedan también los asuntos que deja abiertos en el Juzgado, como el «caso Faisán», en el que se investiga una supuesta filtración policial a ETA y donde a decir de algunos el juez tenía guardado su particular as en la manga para presionar al Gobierno y salir a cambio limpio de las tres causas que tiene pendientes en el Tribunal Supremo.
ABC.es
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