martes, 6 de abril de 2010

EL ORO DE LA MATANZA



César Lévano



El gobierno aprista ha vuelto a demostrar que sólo dispone de un recurso frente a los conflictos sociales: la bala.

Por lo menos seis muertos ha dejado la represión contra los mineros de oro informales. Ese es el resultado de una política de engaños, que se niega al diálogo y que luego, cuando estalla el conflicto, afirma que no va a dialogar con quienes tienen dinamita en la mano y cortan carreteras.

“No podríamos dejar que esta gente siga sacando (oro) y envenenando, prostituyendo personas en esas zonas, pero el Estado tiene que demostrar que tiene principios”, dijo Alan García. El Estado ha demostrado que tiene fines criminales.

La principal acusación contra los mineros informales es que contaminan el ambiente, en particular los ríos. Eso dice un régimen que no tiene igual delicadeza cuando la gran minería contamina el Mantaro o cuando la metalurgia llena de plomo los pulmones y la sangre de los niños de La Oroya.

García denuncia las condiciones de trabajo en la minería informal, la ausencia, por ejemplo, de seguridad social. No se ha percatado que eso mismo abunda en la jungla de cemento, en la Lima industrial. En todo caso, había que defender derechos sociales, y no matar sin escrúpulos.

Dicen los mineros en lucha que lo que busca Alan García es despojarlos de sus concesiones para entregarlas a la gran minería, ávida del metal dorado en estos días en que su cotización sube deprisa en el mercado mundial.

Teódulo Medina, presidente de la Federación Nacional de Mineros Artesanales del Perú, señala que el gobierno prometió un plan nacional de formalización de la minería informal, pero no lo hizo. “Nos engaño”, asevera.

Esa política de promesas que no se cumple, típica de la administración aprista, autoriza sospechas, agudiza descontentos y desata protestas.

Entonces se emplea la táctica que Jorge del Castillo aplicó sin tregua, y con matanzas: primero desatender demandas, evitar o frustrar diálogos, y luego, cuando la impaciencia sube y el conflicto se desata, bala e insultos. “Con marchas y huelgas, no dialogo”.

En el libreto figura la derrota de la protesta, después la firma de un acta de solución y, finalmente, el incumplimiento de acuerdos.

Hay una leyenda según la cual Alexander von Humboldt escribió que el Perú es “un mendigo sentado en un banco de oro”. Esa frase nunca fue escrita por el sabio alemán. Hay en los trabajos de Humboldt uno consagrado a Cajamarca y su encuentro con un joven indio, quien le asegura que en su finca hay un entierro de oro que no tocan por respeto a los antepasados. El científico estampa entonces una frase (cito de memoria) que señala que los pueblos oprimidos se refugian en la grandeza de su pasado.Los mineros de hoy defienden su presente y su futuro.

Quieren diálogo, no muerte.


La Primera
06-04-10

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