CUANDO PASE
EL TERREMOTO...
Foto: Sebastián Martínez
El reciente desastre ocurrido en Chile -que a la fecha registra más de 700 muertos y 2 millones de damnificados, además de cuantiosos daños materiales que podrían representar hasta el 15% de su PBI-, lleva a pensar no solamente en qué hubiera pasado en el Perú si un terremoto de tal magnitud nos hubiera azotado, sino también en si tenemos las herramientas adecuadas de prevención para hacer frente a un desastre de ese tipo.
Un ejemplo de esto último se puede apreciar en la entrevista al presidente del Instituto Geofísico del Perú (Experto en sismos advierte en voz alta) quien menciona que no contamos con equipos adecuados para prever tsunamis, ya que estos dependen de la red telefónica y ésta suele colapsar ante movimientos telúricos, como ocurrió en 2007 con el terremoto de Pisco. El experto menciona que hasta el día de hoy, a pesar de haber pasado por el SNIP y haber hecho todos los estudios correspondientes, el gobierno aún no hace entrega del US$1 millón que se requiere para adquirir mejores equipos sismográficos. De ser cierto esto, inclusive desde un punto de vista económico carecería de sentido, dado que el beneficio de adquirir estos equipos en términos de lo que se ahorra por prevenir el desastre es sustancialmente mayor que US$1 millón.
Otro tema que tiene que ver la con la prevención es la inexistencia de sistemas de planificación urbana y rural razonables y efectivos. Se deberían establecer criterios técnicos adecuados de dónde es seguro vivir, qué zonas son efectivamente habitables, qué materiales son más vulnerables que otros si ocurren movimientos telúricos o cuáles son las zonas de mayor riesgo (CD 27/01/ 2010). Esta información, acompañada de un buen sistema regulatorio y punitivo, ayudaría a tener una mayor probabilidad de éxito si se presentara algún tipo de fenómeno natural. En ese sentido, es de vital importancia definir quiénes serían los que van a hacer cumplir estas normas: las municipalidades, el Indeci, una combinación de ambos o algún otro organismo. Lo que queda claro es que sí debe existir un marco regulatorio claro que permita brindar la información pertinente y necesaria.
Ojalá la experiencia chilena pueda sentar precedente en cuanto a organización y reacción frente a desastres. Que sirva para que las autoridades peruanas se den cuenta de cuán vulnerables somos realmente ante los peligros de la naturaleza. Un balance de lo ocurrido con la gestión de lo que pasó en el sur y la elaboración de un informe de riesgos que identifique las zonas vulnerables serían de gran ayuda para empezar a afrontar la prevención con seriedad.
Instituto Peruano de Economía
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