domingo, 21 de marzo de 2010

CUADRANDO
PIPILÉCTRICOS



Con esa franqueza que suelen dar los tragos cuando vas amontonando de dos en dos las botellas de cerveza, un viejo amigo me confesó hace algunos años, muy avergonzadísimo por cierto, que su celosísima esposa tenía la manía - así la calificaba- de revisarle la bragueta y alrededores, de afuera hacia adentro, de arriba hacia abajo, de derecha a izquierda y viceversa, mastrócalo incluido, cada vez que sobrepasaba la hora en que regularmente debería estar con sus pantuflas y su cucurucho en la cabeza listo para meterse al sobre.

Ese amigo anda hoy por en Europa, lejos, muy lejos por cierto, de quien fuera su cruz durante casi una década; aunque en estos días no dejo de recordar a la doña, pues pienso que sería una buena auxiliar para ese comando de inspectores de braguetas que se ha formado en la Policía nacional - ¡ qué nivel!- dispuestos, en nombre de una moral antidiluviana, a mandar a la hoguera a los oficiales que acostumbren refundirse entre sábanas ajenas.

Ya tienen una primera víctima: el general Miguel Hidalgo, director de la Policía Nacional, y aseguran las malas lenguas que el mismísimo Ministro del Interior aparecería muy apachurradito en un video que estaría por ser colgado en youtube, la hoguera cibernética de nuestros días. Aunque creo que conociendo algo sobre los vaivenes sentimentales de la oficialidad policial - no por algo viví años a media cuadra de una Comisaría- van a faltar videos para filmar a todos los oficiales bragueteros de las fuerzas policiales.

El Presidente García y algunos medios quieren darle un marco melodramático a esos hechos - hablan de bandas de narcotraficantes que le están pasando la factura al general Hidalgo- lo más creible, sin embargo, es que estaríamos ante una clásica lucha por el poder al interior de la "familia policial", como suelen escribir algunos huachafos, en el que algunos mandos, conocedores de las debilidades pipiléctricas de sus pares no han encontrado mejor manera de hacerles la vida a cuadritos que lanzarles los perros husmeadores de infidelidades.

Y vaya que lograron sus propósitos. El general Hidalgo está frito como un pescadito, sobre todo porque existiendo un reglamento elaborado por seguidores de la beatita de humay, alguna sanción le tendrá que caer. Tiemblan por ello los pipiléctricos supuestamente ampayados, pero también se dice que no dejan de sudar frío algunas buenamozonas motorizadas, de esas de las que hablaba el gran Sofocleto, dispuesto siempre a que lo reventaran de papeletas con tal de tener cerquita, muy cerquita, y todas sudorositas, a esas uniformadas hijas de Eva...

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