martes, 12 de enero de 2010

LOS 60 PIRULOS
DE ÚLTIMA HORA

Raúl Villarán en el recuerdo de Coco Meneses


Coco Meneses

Cuando llegué a Ultima Hora tenía 20 años y no era la primera vez que entraba en una redacción. Antes había trabajado en un periódico deportivo llamado “ La Gaceta Deportiva ” dirigida por Raúl Villarán, y del que escasamente se publicó un número. Y también en una revista igualmente deportiva llamada “Equipo” dirigida por Guillermo Cortez, más conocido por Guatacho, y que antes que él había dirigido también, Raúl Villarán. Llevaba un liviano equipaje: curiosidad y miedo.

Dicen que la curiosidad es buena cualidad para un periodista pero el miedo un obstáculo. Todo lo que se hace con miedo está destinado al fracaso. Pero yo no llegaba a un erial y menos a un desierto, tenía la compañía de Guatacho que ya era mi amigo y de los dos redactores que trabajaban conmigo en Equipo, Federico La Rosa y Luís Rivadeneyra. La lista era más larga incluía al jefe de redacción que era nada menos que Raúl Villarán a quién había conocido un año antes. Un hombre dinámico, con don de mando y seguridad en todo lo que hacía.
Yo tenía mi lugar en la sección Deportes, como los otros tres que habían llegado conmigo. Carecía en esos momentos de ambición, me bastaba con trabajar en los deportes que me encomendaran como ya lo había hecho en las dos revistas en las que había trabajado antes. Me interesaba acercarme más a Villarán, saber algo más de él. Yo veía en él a un señor mayor que yo. Experimentado. Con una visión muy clara para enfocar todo cuanto llegara a sus manos.

Los días fueron pasando con rapidez como ocurre cuando uno se enfrasca en una actividad que gusta y que trata de hacerla lo mejor posible. A las órdenes de Guatacho todo se deslizaba muy bien para mí. El diario aumentaba su tiraje de una semana para otra y eso era motivo de satisfacción para todos los redactores. Uno de ellos, bastante mayor que nosotros los veinteañeros, no disfrutaba con las noticias que nos llegaban. Las encontraba fuera de lugar. Era el novelista Robles Alarcón. Cumplía un horario y desaparecía. El otro de más de 40 años Emilio Bobbio, se encargaba de la sección policial y escribía verdaderas novelas sobre los casos más curiosos. Duró poco en Ultima Hora, fue trasferido a La Prensa.

A medida que el tiempo pasaba fui descubriendo la personalidad de ese hombre gordo y vital que pronto dejó de ser solamente jefe de redacción y ascendió a casi director. Lo era pero no llevaba ese título. La dirección estaba a cargo de Jorge Recavarren quien casi no participaba ni de las alegrías ni de tensiones que se vivían en la redacción. Me fascinaba ver cómo se desenvolvía Raúl. Parecía el gran conocedor de todos los saberes. Daba órdenes con gran firmeza. Traía nueva gente al diario para sustituir a los que se iban o a los que quería él desplazar. Un día le pregunté a Guatacho, la otra gran figura de Ultima Hora, cuántos años podría tener el Gordo director, si era mayor que él que en ese 1950 ya llegaba a los 24. Ser sonrió ante mi ingenuo cálculo y me dijo la edad de Villarán. Sólo tenía 2 años más que yo y parecía que hubiese trabajado en los diarios de medio mundo.

Mi visión de el director no conjugaba con la realidad de sus años. No fue decepción lo sufrido ante esa verdad, fue sorpresa. Aunque ya lo admiraba por su forma de trabajar ese comportamiento se duplicó o triplicó al saber que se trataba de un joven casi de mi edad. Estando instalado en la sección Deportes, me tocó ver la llegada de nuevos redactores y colaboradores. Lucho Loli, Fernández Cano, Norwin Sánchez, Víctor Orzeros, Guido Silva y muchos más. Otro de los aciertos de Raúl, saber rodearse de gente hábil, despierta, que pudiera colaborar con él. Ya contaba con Ruiz Caro y Lucho Curie, y eventualmente con Alvarez del Villar. Tenía el material humano necesario para plasmar el periódico que desde sus años de colegial había ambicionado.
Enero de 2010
Coco Meneses

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