¿LAS MUJERES
SON LA SOLUCIÓN?
Primero fue la congresista Cuculiza, que muy a su estilo pidió que al Tribunal Constitucional deberían incorporarse las mujeres, por ser ellas las directamente convocadas a opinar y decidir sobre cuestiones como el controvertido tema de la píldora del día siguiente. Qué saben ellos, dijo, -en referencia a los magistrados del TC- de salir encinta, para luego anunciar que próximamente estaría presentando un proyecto de ley orientado a hacer realidad su propuesta, ante la culminación del mandato de dos miembros del cuestionado Tribunal.
Luego fue el Presidente de la República el que está proponiendo que por lo menos sean 3 las mujeres nominadas a ese Tribunal "por tener opiniones diversas sobre temas referidos a la maternidad que pueden ser de utilidad".
Vistas las cosas así, pareciera que la discusión en torno a la píldora del día siguiente o el aborto, se reduce a un asunto de género: a más mujeres, supuestamente más amplitud de criterio, más posibilidades, por ende de que las decisiones se ajusten a las necesidades y reivindicaciones de los derechos reproductivos de las mismas.
La realidad, sin embargo es otra, porque existen mujeres que en relación a ese debate, como en otros, piensan igual que los hombres más conservadores y reaccionarios del país. No basta entonces con ser mujer y tener la experiencia del alumbramiento, para ser conscientes - sin menoscabo de su confesión religiosa- de lo que existe detrás del debate y asumir consecuentemente las posiciones que los tiempos actuales exigen.
La Ministra Mercedes Araoz, respetable madre de familia, por ejemplo, ante una pregunta en torno al tema del aborto, puso por delante su credo religioso para luego decir que por tanto no cree en la posibilidad de la legalización del aborto. (Aclaremos, sin embargo, que lo que está en discusión en el Parlamento no es la legalización del aborto en general, sino la despenalización del aborto por violación y malformaciones del feto). La Ministra olvidó que no estamos frente a un problema religioso, sino ante decisiones de políticas públicas que correspondan a problemas concretos que enfrentan las mujeres del país relacionados con su derecho a la vida.
Si esta referencia resultara insuficiente, tenemos también el caso de la ex congresista Martha Chávez, brazo derecho del fujimorismo en sus dorados años 90. Esta madre de familia, abogada de profesión, acaba de escribir un artículo en el diario El Comercio en el que luego de perorar sobre la visión jurídica del concebido - soslayando opiniones autorizadas como las de la Organización Mundial de la Salud, Organización Panamericana de la Salud o el Fondo de Población de las Naciones Unidas- concluye en que la píldora es abortiva.
No solamente ello. Con la misma frescura con la que consideraba que los estudiantes de La Cantuta -secuestrados y asesinados por la dictadura fujimorista- se habían "autosecuestrado", ahora pretende esclarecernos sobre las causas del aborto. Al respecto, dice la señora Chávez que los promotores de la píldora del día siguiente "...parecen no darse cuenta de que lo que origina y aumenta los abortos es el ambiente de confusión y falta de valores que lleva a desdeñar los derechos del prójimo, incluida la misma pareja, así como la falta de responsabilidad por las consecuencias de los propios actos".
A esta novísima defensora de "los derechos del prójimo" habría que manifestarle que esa confusión y esa falta de valores, a la que hace mención, no se resuelven con la prohibición de la distribución de la píldora del día siguiente o con la destrucción del lote del lote de 65 mil con la que todavía cuenta el Ministerio de Salud y cuyo destino es incierto.
Muy por el contrario, la confusión y la falta de valores se atacan con una agresiva política de educación y planificación sexual, a todo nivel, en cuyo marco la píldora de emergencia, y el propio aborto, se constituyen en alternativas a las que la mujer, en uso consciente de su libre albedrío y derechos reproductivos, puede apelar ante situaciones muy concretas. Ni más ni menos como sucede en países donde esos asuntos han sido largamente superados.
Lo que no dice la señora Chávez es que si no existe esa educación y ese pleno conocimiento de los derechos reproductivos de la mujeres, es por la sempiterna oposición de los sectores más decadentes del país, -incluyendo la jerarquía de la Iglesia Católica- a tratar pedagógicamente esos temas. El argumento fue siempre el mismo: "no despertar los bajos instintos" de los niños y jóvenes, como si éstos, en los tiempos que corren, vivieran en burbujas, totalmente aisladas de los medios sociales que los circundan.
Objetivamente, detrás de esa oposición lo que encontramos es un profundo desprecio por la mujer - a la que siempre se ha considerado una mera fábrica de hijos -y sus derechos reproductivos; derechos fundamentales si de derechos humanos hablamos, que el fujimorismo violentó cuando al abordar esos problemas aplicó coercitivamente una política de esterilización en las áreas más empobrecidas de la sierra peruana.
En conclusión, el tema no pasa porque los miembros del Tribunal Constitucional sean hombres o mujeres, lo decisivo es que cualquiera sea su sexo, ellos actúen por encima del oscurantismo en boga; y apliquen, en el caso de los asuntos en controversia, lo que la ciencia contemporánea ha determinado, en el marco, por supuesto, del respeto escrupuloso de los derechos reproductivos de las mujeres.
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