lunes, 21 de septiembre de 2009

VIVOS, LIBRES
Y ALEGRES

Lo dijo una bella habanera, con esa gracia que seguramente hizo de Ernest Hemingway un habitante eterno de La Habana: fuera de Cuba podrán decir de nosotros todo lo que quieran, pero aquí estamos, vivos, libres y alegres. Horas más tarde, en la Plaza de la Revolución y bajo un incandescente sol, más de un millón de almas, entre hombres y mujeres, niños, jóvenes y viejos, esas palabras se convertirían en canto, música, baile y lágrimas, para decirle al mundo que no en vano han pasado 50 años de aquel 1 de enero de 1959 en que los barbudos de la Sierra Maestra con Fidel, Raúl, el Che y Camilo en la vanguardia, ingresaban triunfantes a La Habana, dispuestos a rehacer la historia, a construir, pese a quien le pese, una Cuba diferente.

Porque si bien la victoria definitiva no se ha alcanzado todavía - esos 50 años son apenas un pestañeo frente a los siglos de existencia del capitalismo- este 20 de setiembre el pueblo cubano le propinó, otra vez, una severa derrota a los enemigos eternos de la revolución y el socialismo. Lo hizo cantando y bailando, sin mencionar ni siquiera una sola vez una consigna política, un grito de guerra. No era necesario. La sola presencia de ese millón y pico de almas vestidas de blanco por dentro y por fuera, lo decía todo, porque ese mar de sonrisas y alegría desbordante fueron en esta tarde histórica sus mejores armas de victoria, de solidaridad, paz, amor y dignidad.

Y el mundo que no quiere la guerra, ni la soberbia ni los estropicios del imperio, tenía que estar con Cuba, porque la música puede vincular, sumar, identificar y hermanar. Lo dijo Juanes en una entrevista difundida en Juventud Rebelde: " La música hace que nos encontremos todos en un momento muy espiritual, independientemente de lo que tú y yo seamos, o creamos ideológicamente. Siempre nos permite estar ahí, ser iguales por un rato, compartir y dejar salir nuestras emociones, esperanzas, sueños, y volar"...

A la sombra del Che y de Martí, en esa gigantesca Plaza que en su momento recibió al Papa, o que vibró más de una vez con los discursos de Fidel, ese mensaje de Juanes estuvo presente desde que un emocionado maestro de ceremonias, a las 2 de la tarde y minutos, exclamó un ¡Buenas tardes Cuba!, respondido de inmediato con un vibrante ¡Buenas tardes! de la multitud emocionada hasta las lágrimas.

Lo expresó también la Tañón, que abrió musicalmente la tarde gloriosa, y a su turno todas las figuras musicales que desfilaron en ese gigantesco escenario, hasta ese cierre descomunal con la Van Van y las lágrimas de los principales auspiciadores de ese Concierto por la paz: Juanes, Bosé y la misma Tañón. Que no hicieron para obligarlos a desistir de la idea del concierto, pero ahí estaban con el millón y no sé cuantas más almas, triunfantes, cerrando a la cubana ese mitin musical: De Alto Cedro voy para Marcané/llegó a Cueto voy para Mayarí/El cariño que te tengo/no te lo puedo negar/Se me sale la babita/yo no lo puedo evitar...

La Habana, 20 de setiembre de 2009

No hay comentarios:

Publicar un comentario