viernes, 11 de julio de 2008

LOS POLVOS CONTADOS
Una foto de archivo
Desde siempre he escuchado decir que el diablo sabe más por viejo que por diablo y lo he comprobado en innumerables oportunidades. Sin embargo nunca como ahora esa frase me suena redonda en la boca de Fidel Castro. Podrán estar o no de acuerdo con él, pero a sus ochenta y tantos años de vida no solo demuestra lucidez para desde su propia perspectiva examinar los problemas de su país y del mundo, sino también para dar cuenta de su vida, o del poco juego que le queda por delante, vistas las cosas con objetividad.

En La Habana Fidel acaba de recibir una vez más a Gabo y su esposa, y como nunca ha sucedido en estos dos últimos años con algún personaje que lo ha visitado en su retiro- así lo afirma Fidel- almorzó con ellos; Gabo y su esposa comieron lo que habitualmente saben almorzar, sin restricciones; en cambio el líder cubano no rompió su dieta estricta. Y aquí viene lo bueno. ¿No rompió la dieta para añadir años a su vida? Fidel lo ha negado, no la quebró, dice -léase bien- para añadir "productividad a las horas".

Fidel es consciente del poco techo que tiene, y por eso el desafío no está en alargar la vida a como de lugar, sino en sacarle el mayor provecho a las limitadas horas de vida que le quedan por delante. Cada hora ganada haciendo algo provechoso en pro de sus ideales es una batalla victoriosa contra los males de la salud. Estos éstan ahí, a la espera de cualquier traspié para ajustarlo, tiene por eso que cuidarse.

Lo cual, en otro plano de la vida, me hace recordar al mismo Gabo quien en alguna oportunidad escribió que a determinada edad los hombres llegábamos a tener los polvos contados, por lo que había que saber administrarlos.


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