Wilfredo Huisa Bernaola
Solamente uncomentario sobre el diálogo y la escena de la foto.
Más
allá de lo moral o los juicios sobre ¡cuánta cerveza!, el “trago” en una
fiesta patronal es parte de lo típico y pintoresco de las celebraciones.
Es más, de hecho, está asociado al éxito de las mismas. Si la
distribución es gratis, el común dirá que es el “cariño” de los
organizadores. Si se pone -además- a la venta, entonces la compra es
también intencionada como una colaboración o una contribución a resaltar
las festividades. Lo contrario, la falta del cariño y/o el consumo
restringido por la insuficiente cantidad de cajas, puede ser interpretado
como un perjuicio al éxito y realce de la fiesta. Lo cual, ya cae en el
absurdo y el contrasentido en una fiesta que se respeta. Con mayor
razón, tratándose de una fiesta tradicional, ancestral e histórica
donde,supuestamente, “todo el mundo” se ha preparado con mucha
anticipación para participar en cuerpo, alma y bolsillo.
Como toda fiesta, se asume que es “digno de celebrar” la oportunidad de
expresión colectiva tanto en lo familiar como en lo comunal y, así como
la espiritualidad cubre a todos bajo el manto de la Mamacha de las
Nieves, en ambos escenarios el trago servirá y sirve como vehículo de
identificación y de cohesión. Sin mencionar -ex profeso- los excesos y
sus consecuencias y, como ya lo dije, más allá de lo moral y
los prejuicios, un par de cervezas mías y su réplica por el siguiente
contertulio de la derecha -sea familiar, amigo, vecino o forastero- hará,
por su propia dinámica, que la rueda gire y gire mientras duren las
festividades.
Esto explica de alguna manera
la simbólica y formidable centena de cajas que observamos, con la
aclaración y precisa salvedad que ese lote “es para calentar nomás”.
Todo lo dicho y enunciado -enconceptos, elementos y voluntades- le da
cierta significatividad a la trillada frase: “El tío celebra su
cumpleaños como fiesta patronal”.
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