La foto, tomada en la década de los 50 del
siglo pasado, por el legendario "Chino" Dominguez es un extraordinario
testimonio de nuestras miserias políticas. En ella, entre otros
comensales, figuran Eudocio Ravinez, el comisario que a la muerte
de Mariátegui tomó las riendas del partido comunista, pero que en un
espectacular volantín, terminó en las filas de la derecha; también está
Pedro Beltrán Espantoso, uno de los líderes de la vieja oligarquía
peruana, minera y agro exportadora; el señor Beltrán tiene al lado a
Víctor Raúl Haya de la Torre, el fundador y líder máximo del Partido
Aprista que en los años 20 del siglo XX insurgió contra la vieja
oligarquía proimperialista y agro exportadora, con cuyos máximos
representantes comparte en la foto la mesa; y finalmente está Manuel
Apolinario Odría, el general que con un cuartelazo sacó de palacio, en
1948, al presidente constitucional José Luis Bustamante y Rivero, dando
inicio a lo que la historia conoce como el ochenio odriista
(1948-1956).Odría persiguió immisericordemente al Apra, mató, encarceló y
deportó a sus líderes y al propio Haya lo tuvo sitiado en la embajada
de Colombia durante varios años.
Para emplear los términos de uno de los dirigentes del PPC que asistió ayer al diálogo con el gobierno ollantista, en el convite estuvieron representadas "las fuerzas vivas" del país, seguramente - uso ahora las palabras del congresista Mulder, del Apra- para alcanzar un acuerdo "patriótico"...
Como vemos, de almuerzos y diálogos entre los dueños del Perú y sus representantes políticos, incluyendo apóstatas, está empedrada la historia peruana. Y las conclusiones de los mismos, me remito a la misma historia, nunca beneficiaron al país ni a sus pueblos. Hoy, la pareja presidencial, que durante la campaña electoral amagó por la izquierda, para ya en palacio, salir por la derecha - me gustan los goles, no los aplausos, ha dicho el presidente Ollanta- busca una alianza formal, abierta, con la derecha de todos los colores y sabores contra la que tronó en los tiempos que buscaba votos. Se viven tiempos no promisorios, la mona no está para tafetanes y hay que ajustar, en la economía y en la política, contra los pueblos y sus aspiraciones indudablemente.
A esa derecha, incluyendo al ollantismo superada su borrachera nacionalista, todo los une, nada los separa, por algo unos y otros pueden reclamar su parte en la construcción y mantenimiento del neoliberalismo en el Perú.
Para emplear los términos de uno de los dirigentes del PPC que asistió ayer al diálogo con el gobierno ollantista, en el convite estuvieron representadas "las fuerzas vivas" del país, seguramente - uso ahora las palabras del congresista Mulder, del Apra- para alcanzar un acuerdo "patriótico"...
Como vemos, de almuerzos y diálogos entre los dueños del Perú y sus representantes políticos, incluyendo apóstatas, está empedrada la historia peruana. Y las conclusiones de los mismos, me remito a la misma historia, nunca beneficiaron al país ni a sus pueblos. Hoy, la pareja presidencial, que durante la campaña electoral amagó por la izquierda, para ya en palacio, salir por la derecha - me gustan los goles, no los aplausos, ha dicho el presidente Ollanta- busca una alianza formal, abierta, con la derecha de todos los colores y sabores contra la que tronó en los tiempos que buscaba votos. Se viven tiempos no promisorios, la mona no está para tafetanes y hay que ajustar, en la economía y en la política, contra los pueblos y sus aspiraciones indudablemente.
A esa derecha, incluyendo al ollantismo superada su borrachera nacionalista, todo los une, nada los separa, por algo unos y otros pueden reclamar su parte en la construcción y mantenimiento del neoliberalismo en el Perú.
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