Cuando al final de la contienda contra la
revocatoria de la alcaldesa de Lima se dijo que la batalla por Lima no
había concluido, no pocos consideraron con excepticismo tal posibilidad.
El esperpéntico fallo de un juez capitalino, ordenando en los hechos la
reapertura de la Parada demuestra que al aserto del fin de campaña no
estaba descaminado y, además, que a los revocadores nunca les interesó Lima
como ciudad ni como espacio social poblado por seres humanos de carne y
hueso ansiosos de una vida digna y civilizada.
Los revocadores han
actuado en diferentes planos además del electoral, ahora están jugando
sus fichas en el poder judicial, saben perfectamente cuan vulnerable y
corrupto es dicho Poder. Las mafias celebran a lo grande, sueñan con
reproducir el escalofriante submundo de La Parada.
El pueblo vuelve a
tener la palabra, hay que derrotar una vez más al oscurantismo que se
resiste a aceptar que la señora Villarán debe culminar su mandato y que
los limeños tenemos derecho a acabar con las plagas que persisten en
hacer de Lima una ciudad mugrosa, material y espiritualmente.
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