Si nos guíamos por las últimas encuestas el No
ha vuelto a tomar impulso; para una encuestadora está encabezando las
preferencias de los limeños, para otra hay un empate técnico. Las cifras
son alentadoras, obedecen a las perfomances concretas de las opciones
en lucha. El No se afirma en este último tramo por la actuación de dos
mujeres claves en la confrontación. La primera es la señora Lourdes Flores,
que como bien dice Álvarez Rodrich, pudo optar por lo que usualmente
se hace en la política peruana: ponerse al frente de la alcaldesa -al
estilo del Apra y compañía-para ganarse algüito. No lo hizo, muy por en
contrario, abiertamente ha llamado a los limeños a darle una nueva
oportunidad a la alcaldesa. La señora Villarán, por su lado, ha roto
también esquemas: se ha autocriticado públicamente, ha admitido que en
su gestión ha cometido errores o ha mostrado debilidades, pero ha
revelado, con hechos, que los está corrigiendo. En la política criolla
nunca ha habido, conscientemente, un espacio para la autocrítica como
condición primera de un quehacer público.
Lo mostrado por ambas señoras
tiene un nombre que en la confrontación de hoy es una bandera
inabdicable: DECENCIA. En cuanto a los promotores del Sí, hay que
admitirlo, han trabajado para el No. Lo dicho por ese señor que se
computa un macho cabrío, ha violentado la honorabilidad de las mujeres,
pero al mismo tiempo ha sacado al sol cuan INDECENTES son los
aventureros que quieren revocar a la alcaldesa de Lima. Pero todavía no
hay que cantar victoria, hay que seguir ajustando...
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