En una reunión de viejos
lobos arriesgué una hipótesis sobre la salida abrupta de don Aldo
Mariátegui de la dirección de Correo y de la propia empresa que lo
edita: había chocado con chocano en su loco afán por defenestrar a la
señora Villarán de la alcaldía de Lima.
Me explico: Obnubilado por la
campaña revocadora, de la que había hecho un desafío personal, se metió a
hurgar, a lo bestia, en la compra de
una casa por la suegra del ex presidente Toledo, hasta de lavados de
activos se comenzó a hablar en un sector donde los capitales que se
mueven no son moco de pavo.
Pisotones que tuvieron que doler, mucho más
si el hoy ex director, llevado por sus iras y pasiones, olvidó también
algo que todo el mundo sabe: que el empresariado también se está jugando
un partido aparte con doña Susana; porque creen en ella es que están
comprometiendo sus capitales en determinados proyectos municipales.
La salida de la
alcaldesa, en medio del caos que originaría, pondría también en riesgo
esas inversiones. En otros términos, para el gran capital, don Aldo se
pasó de la raya y lo ajustaron...
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