jueves, 25 de noviembre de 2021

PRESIDENTE O SINDICALISTA


Lo dijimos hace algunas semanas. El gobierno del profesor Castillo no tiene vocación por la autocrítica y la corrección de sus errores de gestión. Si la tuviera, no estaría hoy pagando los platos rotos de decisiones adoptadas que han estallado en la cara del mandatario y su gobierno.
Los 20 mil dólares encontrados en el baño de la oficina del secretario general de la presidencia de la república, o el escándalo de las pruebas de nombramiento docente que salieron antes del día del examen-que ha descolocado al ministro de educación- demuestran esa persistencia en el error, que le resta credibilidad a la administración del maestro chotano, ya bastante desacreditada por la embestida golpista de la ultraderecha.
 
El secretario general de la presidencia y el ministro de educación asumieron esas responsabilidades por decisión propia del presidente Castillo. En el primer caso hasta modificaron las exigencias curriculares para que el gran amigo y compañero de lucha del rondero presidente se constituyese en su brazo derecho, en sus ojos y oídos, en su asesor en la sombra. En el caso del ministro, otro allegado gremial de confianza, no es un secreto que llegó a ese cargo para abrirle cancha al sindicato docente gestado y promovido por el presidente Castillo y de esta forma debilitar la presencia de sus adversarios del Sutep. 
 
Como se ve, en ambas situaciones priman visiones estrechas, intereses particulares, que en otras condiciones pueden explicarse y hasta justificarse, pero que cuando se está al frente de un Estado, resultan totalmente contraproducentes, reñidas con un manejo verdaderamente político y ético.
Es indudable que es relevante que un hombre de campo como Castillo, maestro y rondero, sea el jefe del Estado peruano. Es la primera vez en la historia del Perú que ello sucede. Pero lo que parece no entender el presidente es que ha sido elegido para gobernar a este país de trentaitantos millones de habitantes, con todos su problemas, desencuentros, posibilidades y esperanzas. Ya no está al frente de su sindicato docente, tampoco de su destacamento de ronderos. Son espacios diferentes que imponen manejos cualitativamente diversos.
 
Ahora bien, los principios que llevaron a Castillo a defender las causas justas, las reivindicaciones de los pueblos abandonados y olvidados, a salvaguardar los intereses del presente y del futuro de los maestros, etcétera, esos principios, decimos no pueden variar, son irrenunciables. De lo que se trata ahora, como presidente de la República, es que Castillo, como estadista, aplique esos principios al manejo del país. Que vea los árboles, pero sobre todo, en su nuevo rol, que aprenda a mirar y actuar frente al bosque, a la totalidad, al conjunto. Todo indica que el presidente Castillo sigue pensando y actuando como dirigente gremial.
 
Sin desmerecer la importancia de los gremios, el profesor Castillo tiene que superar las percepciones y praácticas de los espacios sindicales, de la lucha meramente económica, reivindicacionista; o de los horizontes particulares de las rondas campesinas. Como hombre de Estado, como representante y caro defensor del pueblo peruano al frente del país, el maestro Castillo tiene que saber pararse y tomar posiciòn frente a las circunstancias y complejidades del presente; pero asimismo tiene que poseer una visión estratégica del futuro del país, de sus gentes, de Latinoamérica, la patria grande, del mundo y sus contradicciones.
 
No es fácil esa transición porque tiene hondas implicancias ideológicas por el largo trajinar sindical y rondero del mandatario, pero tiene que asumirla. Sin duda, para Castillo, como líder de masas, es más sencillo pararse frente a sus seguidores, en el sindicato o en la plaza pública. Pero es difícil y complejo como jefe de Estado hacer frente, por ejemplo, a los conflictos mineros que se han suscitado en Ayacucho, con todas las implicancias económicas, sociales, medioambientales, políticas, culturales e ideológicas que encierran. 
 
Para un gobierno de derecha, ajeno al cambio, el problema se resuelve a balazos y palazos, siempre ha sido así. Para un hombre de izquierda, comprometido con los intereses de los de abajo y con la transformación del país, el camino es diferente. He ahí el desafío. Como reza un viejo dicho popular, una cosa es con guitarra, otra cosa es con cajón…
 
Como vemos, no es un tema de ineptitud, de incapacidad congénita como tendenciosamente afirma la ultraderecha, heredera espiritual de los conquistadores y encomenderos españoles, buscando generar y extender una visión distorsionada, caricaturesca, de las capacidades del profesor Castillo. Es un asunto de ubicación, de comprensión y asunción plena de una nueva función para la que no se estaba preparado. Y ello no es delito en ninguna parte del mundo, ni causal de vacancia. Porque si así fuera, hace rato que nos habríamos quedado sin congresistas, que como los vemos cotidianamente no son hombres o mujeres de muchas luces para los cargos que ostentan.
 
¿Alguna duda al respecto? Observen ustedes a los generales y almirantes que han llegado al congreso. Su formación y actuación castrense de largas décadas siguen dominando su gestión, su mirada de mundo, su forma de tratar los problemas del país, y hasta su manera de caminar y saludar.
Finalmente, dadas las carencias anotadas para el presidente Castillo, es vital para el éxito de su mandato rodearse de un equipo de asesores y colaboradores de primera línea. Hombres y mujeres que muestren impecables hojas de vida en las que resalte, en primer lugar, su incorruptible compromiso con el país y sus pueblos; pero que al mismo tiempo, sean o no de Cajamarca, pertenezcan o no a un partido, se ubiquen o no en los círculos amicales del presidente, tengan sin embargo las credenciales de probidad y experiencia en gestión que las circunstancias obligan. 
 
Hace rato que pasó la hora de los comisarios políticos que al estilo del ex premier pueden ser muy buenos para el cumplimiento de las tareas partidarias, pero que a la hora de asumir responsabilidades de gestión en el aparato estatal, no atan ni desatan. Esa misma mirada, estimo, es valedera para los amigos, compadres y paisanos del jefe de Estado.
 
Puente Piedra, noviembre 25 de 2021

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