domingo, 29 de septiembre de 2013

UN PAÍS ABORTIVO

El presidente Ollanta y el extinto Sandro Mariátegui

El Perú es un país abortivo.

Lo dijo don Pablo Macera, cuando por sus trabajos de historia, su empatía con los jóvenes sanmarquinos y sus frases explosivas, estaba en el pico más alto de la popularidad.

La suscribió en referencia directa a las múltiples oportunidades perdidas por el país para alcanzar su despegue, sea en los tiempos prehispánicos, coloniales o republicanos.

Vale recordar a don Pablo, a propósito del fallecimiento de Sandro Mariátegui, quien fuera un alto dirigente de Acción Popular, el partido del arquitecto Fernando Belaúnde Terry, ministro de estado y parlamentario en los 2 gobiernos del hombre de la bandera (1963-1968; 1980-1985).

Pocos recuerdan que antes del surgimiento de Acción Popular, en la segunda parte de los años 50, el germen del partido estuvo en el Frente Nacional de Juventudes, un conglomerado juvenil que estuvo a punto de dar un batacazo en las elecciones de 1956.

El Frente, concentró las esperanzas de cambio y renovación de todos los sectores sociales y políticos opuestos al Perú oligárquico y semicolonial de entonces. Trabajadores de la ciudad y el campo, maestros, estudiantes, empresarios exitosos... con sus respectivas expresiones partidarias: apristas rebeldes, socialistas de todos los colores, comunistas al margen del viejo PC...y los jóvenes que como Mariátegui, Alva Orlandini, Orrego y el mismo Belaúnde - profesor de la UNI- emergían a la vida política en oposición al viejo orden de cosas.

Los había nucleado un programa nacionalista y antiimperialista: industrialización del país, reforma agraria, nacionalización del petróleo, Estado de derecho - se estaba saliendo del ochenio odriista- atención a la salud, educación, vivienda, trabajo, salarios...

No se pudo en el 56, pero casi con las mismas banderas de la esperanza, convertidos ya en Acción Popular, esos jóvenes llegaron al palacio de Pizarro y al Congreso con Fernando Belaúnde a la cabeza. Y aquí empezó el drama...

Nada de lo ofrecido programáticamente se cumplió, las banderas nacionalistas y antiimperialistas se fueron destiñendo conforme pasó el tiempo. La cereza fue la alianza de Acción Popular con los viejos partidos prooligárquicos a los que había combatido. Había surgido la superconvivencia de la derecha ultramontana. Los jóvenes de ayer habían envejecido violentamente.

En 1968, en medio de la crisis que vivía el país, los militares irrumpieron en la escena política sacando en pijama, de palacio de gobierno, al otrora prometedor Belaúnde Terry, dejando además en la calle a todos sus compañeros de armas y municiones.

En los 80, la segunda experiencia de gobierno de Acción Popular fue más de lo mismo, sus vínculos con las transnacionales y la gran burguesía local se habían profundizado. De los arrestos juveniles no quedaba absolutamente nada.

Una vez más la vida le daba la razón a Macera: el Perú ratificaba su naturaleza abortiva...

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