jueves, 29 de agosto de 2013

CAYO MIERDA

 
Los soplones son unos personajes antediluvianos en los escenarios políticos, que por lo que hemos visto ayer en San Marcos, todavía tienen vigencia. Se mueven como peces en el agua en las dictaduras o en los regímenes policiacos, a los cuales prestan solícitos servicios de espionaje desde su labor de infiltración en los movimientos sociales.

Mario Vargas Llosa, en Conversación en la Catedral inmortalizó al Ministro de Gobierno de la dictadura odriista (1948-1956), que hizo de la soplonería su arma maestra en la ubicación de los opositores al régimen.Alejandro Esparza Zañartu fue el nombre de ese señor, convertido por Odría en el Rasputín criollo de esos años, al que Vargas Llosa llamó simplemente Cayo Mierda. Las razones son obvias.

Que un gobierno democrático eche mano a la soplonería para detectar o seguir adversarios políticos deja mucho que desear, sobre todo si con anterioridad han habido denuncias de seguimiento por parte de personajes ubicados en lugares opuestos al ollantismo. Los soplones de ayer, ubicados en una asamblea de estudiantes sanmarquinos que debatían el proyecto de ley universitaria que se está discutiendo en el parlamento, demostrarían que hay funcionarios estatales, sean o no ministros, que están emulando a Cayo Mierda.

Las autoridades sanmarquinas han tomado rapidamente distancia de los hechos acaecidos en la Ciudad Universitaria. Razón no les falta. Los soplones fueron sorprendidos en la Facultad de Ciencias Sociales, una de las 5 unidades académicas sanmarquinas donde la democracia universitaria no existe: los decanos son impuestos por el rectorado, a pesar de que en ellas - como sucede en la Facultad de Economía- tanto el decano como el dlrector de la unidad de posgrado hayan sido transparentente elegidos.

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