domingo, 30 de septiembre de 2012

¡NO AL INDULTO!


 “Nadine es un dulce golpe de Estado permanente” 
(César Hildebrandt) 



En política no hay casualidades. 

Por eso, cuando el presidente Ollanta, hace algunos días, dijo públicamente que hasta ese momento nadie le había presentado una solicitud de indulto para Alberto Fujimori -en la cárcel por ladrón y asesino- los sectores políticos más lucidos del país creyeron encontrar en esa declaración la invitación esperada por la ultraderecha para iniciar los trámites formales – y la campaña ideológica y política consiguiente- que según sus cálculos debe poner en la calle a su máximo líder. 

No se equivocaron. Asistimos hoy a una campaña mediática en pro de ese objetivo. Participan abiertamente, o de costado, el sentenciado, familiares, congresistas, -incluidos oficialistas- médicos, abogados, periodistas y claro, no podía faltar el inefable cardenal Cipriani. El propósito es uno solo: el indulto, a pesar que como refiere el ex Fiscal Avelino Guillén, para los crímenes de lesa humanidad no hay ni amnistía ni indulto. 

Y si se tratara del llamado indulto humanitario las puertas también están cerradas si de cumplir la ley se trata. A excepción de los médicos de cabecera del caco, los facultativos especializados en cáncer han dicho que sus dolencias bucales no tienen que ver con tan temible enfermedad, ni con una fase terminal de la misma. Legalmente entonces el pedido no es viable. 

De la misma manera, si de POLÍTICA – con mayúsculas- hablamos, la libertad del sentenciado tampoco funcionaria. Bastaría con recurrir a los propios fundamentos de toda democracia burguesa, que exige el respeto escrupuloso del Estado de derecho, o a la ética para frenar cualquier intentona pro indulto. Pero otra cosa es hablar de la política criolla, preñada de falacias, argucias, trucos y cambalaches, en cuyo marco funciona nuestra escuálida democracia. Basta con observar los tejes y manejes de los otorongos de todas las tiendas en el legislativo, o la conducta de la propia administración Humala – caso Ranrapata por ejemplo- para darnos cuenta del cómo funciona esa política criolla. 

II 

Aldo Mariátegui, el director del diario Correo, en su estilo picapedrero, nos acaba de dar la pauta de esa manera perversa de entender la política en el caso concreto del caco. Para el citado periodista alcanzar el indulto no pasa por apelar al raciocinio médico o legal. Todo está en manos – dice- del presidente Ollanta, que a criterio de Mariátegui goza de una facultad “absolutamente discresional”, “casi monárquica” para tomar la decisión. Hablar de este modo es llevarse de encuentro toda la normatividad existente en relación al indulto – expuesta una y otra vez por distinguidos constitucionalistas- ya que hablar de “discresionalidad absoluta” es hablar del no respeto a regla alguna. El Estado de derecho, para este señor, es moco de pavo, o para ser tomado en cuenta de acuerdo a los intereses de cada momento. 

Planteadas así las cosas lo que viene a continuación, en el raciocinio del señor Mariátegui, son simplemente argucias sentimentaloídes. Nos dice por ejemplo que es “absurdamente cruel tener preso a un viejo con cáncer a la lengua”, - adviértase que el cáncer ha sido descartado por los especialistas- o que “ya fue suficiente castigo y humillación para un expresidente haber sido condenado públicamente”. Hablando en criollo, nos quieren trabajar a la sustancia, cuando de lo que se trata, insistimos, en el marco de la democracia burguesa, es adoptar decisiones basados en el respeto de las normas vigentes. 

Algo más. Mariátegui, al igual que los fujimontesinistas, no le dan crédito a la sentencia aplicada contra Fujimori. “No confiamos 100% en esa sentencia” ha escrito, lo que le da pie para diseccionar la actuación del condenado como un sujeto cuyos “activos políticos superan a sus inmensos pasivos políticos”. En otros términos, si el señor Fujimori no es responsable de ningún crimen de lesa humanidad, ni de ningún robo al Estado, lo que tiene en su haber son simplemente pasivos políticos, inmensos, pero pasivos políticos y nada más, que puestos en una balanza – como sostiene el cronista- son menores a los “activos políticos” de quien fue realmente condenado por ladrón y asesino. Argucias, simplemente argucias, que podrían caber en la expresión: Fujimori fue un buen dictador… 

III 

Si los constitucionalistas o los médicos han manifestado en más de una oportunidad que no hay fundamentos para otorgarle el indulto humanitario a Fujimori, ¿qué sentido tiene que el presidente Humala haya declarado que nadie le ha presentado una solicitud sobre el particular, invitando prácticamente a los familiares a que lo hagan? En los marcos de la cuchipandera política criolla, sólo hay una probable respuesta: se está trabajando un arreglo bajo cuerda, un clásico toma y daca, que sería algo así como la cereza de la torta del ollantismo, que no ha tenido reparos, luego de llegar a palacio, en tranzar con la derecha, contra la que formalmente insurgió, pero a la que ahora, literalmente, le cuida las espaldas. 

A esto, el presidente Ollanta le llama ser pragmáticos: no importa el color del gato, lo que importa es que cace ratones, ha sentenciado, repitiendo al extinto Deng Xiaoping, quien fuera la eminencia gris en la liberalización de la economía china. 

¿Qué recibiría el ollantismo a cambio? La respuesta, pasa por entender que no se trata de liberar a un dirigente cualquiera del fujimontesinismo. Fujimori es el líder histórico, el caudillo, al que desde dentro y fuera de sus predios partidarios se le reconoce – en el lenguaje de Mariátegui- inconmensurables “activos políticos”; tantos que en el programa electoral de su hija -y de la ultraderecha que se benefició de su dictadura- tuvo como vértice la lucha por su libertad. Sin ser gobierno, el fujimontesinismo obtendría una reivindicación histórica. La contraparte tendría que tener esa trascendencia porque metafóricamente hablando no se trata de canjear elefantes por ratones. 

Hipotéticamente sólo hay una concesión que podría tener ese nivel: la modificación constitucional que le permita a la señora Nadine ser candidata a la presidencia de la República en el año 2016. Lo han dicho los analistas: para el ollantismo es un asunto de vida o muerte lograr que la señora Nadine pueda ser candidata presidencial, no tienen otro cuadro. Para ello están trabajando y los votos del fujimontesinismo en el Congreso le pueden abrir cancha a esa candidatura. No estamos haciendo ciencia ficción. Los memoriosos recordarán que la señora Keiko, en el mes de abril de este año, en relación al impedimento constitucional para la candidatura presidencia de la primera dama, dijo: “no creo en este tipo de trabas”, para luego puntualizar que “la población debe elegir a sus líderes sin limitaciones”. Fue un señor mensaje. 

El segundo mensaje se dio en agosto, cuando manifestó, en relación al indulto, que no veía en el gobierno voluntad para indultar a su padre. Y añadió que mientras no viera esa voluntad no iba a presentar ninguna solicitud. El acucioso César Hildebrandt diría al respecto: no ha mencionado a Nadine, ha dicho presidente y ministros, - a estas alturas todos hablaban de poder real de la primera dama- para luego sostener la posibilidad de que se esté preparando el canje. La primera dama, recordemos, con su ostentoso viaje a Brasil, en la que estuvo de tú y vos con la presidenta Rousseff, mostraba a todo el mundo sus aspiraciones de ser mucho más que la cónyuge del presidente. 

No digo, expresó Hildebrandt, que el canje vaya a suceder, digo que después de ese viaje se abre esa posibilidad… 

En ese contexto entonces se entiende el último mensaje mensaje del presidente Ollanta: no me han presentado ninguna solicitud de indulto, como también se comprende la respuesta inmediata de la familia Fujimori: vamos a presentar esa solicitud. ¿Cambió la voluntad del presidente y sus ministros para presentar ese requerimiento? Si nos guiamos por las recientes declaraciones de la congresista Julia Tevez, de las filas del ollantismo, el agua está como para el chocolate. El presidente – ha manifestado- “tiene la voluntad y la predisposición de indultar”. Resulta ahora, según la señora Tevez que en la bancada ollantista siempre ha existido el reconocimiento de que Fujimori fue “un buen presidente” y como la gobernabilidad, siempre según dicha congresista, significa también, preocuparse por los ex presidentes, ergo, el indulto podría dejar de ser una posibilidad para convertirse en una hermosa realidad para el fujimontesinismo y la ultraderecha peruana. 

¡Bingo! estarán diciendo los defensores del indulto. 

IV 

La última palabra, sin embargo, todavía no está dicha. La indignación ha comenzado a tomar cuerpo: juristas, médicos, familiares de las víctimas: asesinadas, torturadas, desaparecidas o perseguidas durante los infaustos años de la dictadura fujimontesinista, organismos de derechos humanos, representantes gremiales, ciudadanos comunes y corrientes, pero demócratas a carta cabal, etcétera, han levantado su voz de protesta. ¡No al indulto! es la consigna que se escucha y se lee en las redes sociales. 

Un editorial del diario La República del domingo 30 de setiembre, bajo el título de Insulto a la memoria, ha redondeado estos primeros días de rechazo a la libertad del dictador. Las últimas líneas de la declaración son dignas de tomarse en cuenta: “queda muy claro que si el presidente de la República concede el indulto, este sería ilegal, y si lo adopta incurrirá en un delito” Palabras fuertes, sin dudas, pero necesarias en la hora actual. El silencio, las medias voces, las críticas de los mentideros políticos…no son útiles cuando se trata de organizar y ponerle patas a esa indignación. 


Lima, 30 de setiembre de 2012

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