lunes, 20 de febrero de 2012


¡Zambomba! ¡Ya somos abuelos!

Carajo, si parece que fuera ayer, cuando con un espectacular graffiti arruiné el pintado de una de las paredes de mi casa, saludando con desbordante entusiasmo el ingreso de mi hijo Kobi a San Marcos. Tenía 15 años el entonces flamante cachimbo; hoy, cuando ya pasó la barrera de los 35, con su Susanita Huaccachi acaban de entregarle al mundo una nueva terrícola, con lo cual ambos se convierten por primera vez en padres, y a nosotros – Elbita y al suscrito- nos hacen ingresar como por un tubo a la abuelitud, donde dicen que reinan los baberos…

Micaela es el nombre de mi nieta. Si nos atenemos a sus controles, llegó antes de tiempo, a tambor batiente, a ritmo de bogaloo y de reggaeton, o de carnaval andino si se prefiere, dado sus ancestros cajamarquinos y ayacuchanos. Sea como sea el aterrizaje fue perfecto, el susto vino después, cuando la balanza arrojó más de 3 kilos y medio como peso oficial de la criatura. La niña no solamente había llegado con su pan bajo el brazo, todo indicaba, además, que le había metido diente en el camino…

Algo más: los padres de Micaela no se pueden quejar, las buenas vibras de los aquarianos – medios locos pero superhumanitarios-la acompañarán toda su vida; pero he aquí lo mejor de todo ni nos atenemos a las creencias chinas, hoy avanzando en todo el mundo: ha nacido en el año del dragón. No hay chino que no busque casarse en ese año, o tener sus hijos, o realizar sus transacciones económicas, no hay pierde, es como sacarse la lotería, a ojos cerrados.

¿Qué caracteriza a los que nacen en ese año? Pues su firmeza y vitalidad, su personalidad colorida, su liderazgo. ¿Será por eso que Micaela ni bien vio la luz del día – nació a las 8 y 48 de la mañana – mostró su puño derecho, símbolo de todos los justicieros del mundo? El futuro despejará la interrogante, aunque el nombre escogido por sus padres ya dice mucho de sus esperanzas. En el Perú, desde los tiempos de Túpac Amaru, Micaela no es un nombre cualquiera, es sinónimo de altivez, dignidad y guerrerismo, bien por ella.



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