miércoles, 25 de enero de 2012


El rincón de Vallejo






La casona está ubicada en la intersección de los jirones San Martín y Orbegozo, a un par de cuadras de la Plaza de Armas de Trujillo, hoy la ciudad de la primavera, pero siempre, siempre, comarca mochica, eternamente subversiva. Esa casona, otrora hotel, cobijó durante algún tiempo a nuestro poeta universal, César Vallejo, quien habitó exactamente el cuarto número 7, en el segundo piso, en el balcón que da para San Martín, desde donde el vate, con seguridad, podía gozar con la visión del verdor de la campiña trujillana, de los monumentos arqueológicos prehispánicos, hoy seguramente desaparecidos, y por supuesto que del hermoso ocultamiento del sol frente el mar norteño, fenómenos todos que dejarían honda huella en la inspiración del hijo predilecto de Santiago de Chuco.





En ese rincón, convertido en una especie de atalaya poética, recibía Vallejo a sus compinches del grupo norte, célebre nucleo bohemio y contestatario del que formaba parte; pero también un goloso Vallejo, tarde tras tarde esperaba con ansias el pregón de un vendedor de bizcochos, cuya particular manera de propagandizar sus dulces iba a ser inmortalizado en el poema XXXII de Trilce, publicado en 1922.




Dejemos que Víctor Raúl Haya de la Torre, quien fue también integrante del grupo norte nos relate esos pases entre Vallejo y el bizcochero.


"Vallejo vivía en el segundo piso de una pensión en una calle soleada y tranquila, y como a la una de la tarde llegaba hasta ahí un bizcochero con sus cestas grandes y gritaba ‘bizcocheró-uuuu’ ‘bizcocheró-uuuu’. Vallejo al oír eso, bajaba rápidamente a comprar esos bizcochos. ‘Serpentínica u del bizcochero, engirafada al tímpano’ era la descripción poética de cómo llegaba la voz del bizcochero desde la calle hasta los oídos de Vallejo”. (Entrevista efectuada por César Lévano y César Hildebrandt)




Trilce (poema xxxii)

999 calorías
Rumbbb…Trrraprrr rrach… chaz
Serpertínica u del biscochero
engirafada al tímpano.

Quién como los hielos. Pero no.
Quién como lo que va ni más ni menos.
Quién como el justo medio.

1,000 calorías.
Azulea y ríe su gran cachaza
el firmamento gringo. Baja
el sol empavado y le alborota los cascos
al más frío.

Remeda al cuco; Rooooooooeeeis…
tierno autocarril, móvil de sed,
que corre hasta la playa.

Aire, aire! Hielo!
Si al menos el calor (………..Mejor
no digo nada.

Y hasta la misma pluma
con que escribo por último se troncha.

Treinta y tres trillones trescientos treinta
y tres calorías.






El balcón



Visitantes: Mariana Labra y Elbita Vásquez Vargas
Habitación 7

Visitantes: Andrés Huguet, Alberto Mosquera, Zetti Gavelán
Habitación 7

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