viernes, 1 de julio de 2011


III ENCUENTRO
POR LA UNIDAD DEL PUEBLO

Elecciones 2011

Breve balance y alternativas


Somos conscientes de que un balance del proceso electoral tendría que incluir la crítica integral al sistema democrático parlamentario o demo-liberal existente en el Perú _que esta vez con mayor claridad que nunca ha desnudado sus deformaciones, contradicciones y parcialidad_ pero, por razones exclusivas de tiempo y de prioridades, nos vemos en la necesidad de posponerla, para ir directo a la evaluación del significado del histórico triunfo de Gana Perú y de las características del nuevo periodo político que empieza a configurarse en el país.

1.- Este ha sido un proceso electoral que como ningún otro ha realineado, polarizado y tensado fuerzas políticas y sociales, con tanta contundencia, que bien podríamos considerarlo como el más importante acaecido hasta hoy en nuestra historia. Más todavía, si su desenlace implicó la victoria de una candidatura identificada por el 32% del electorado (de un total final de 52%), es decir por un tercio de la ciudadanía, como una candidatura de oposición al modelo económico y de lucha programática frontal contra el continuismo y contra los principales vicios de la política tradicional imperantes en el Perú. Este solo hecho brinda una importante oportunidad para avanzar en la reconfiguración del orden injusto de cosas en lo interno, y en el replanteamiento de las relaciones internacionales del país, en particular de aquellas de subordinación y dependencia ante el imperialismo.

2.- Las dos etapas electorales presentan características diferentes, que son imprescindibles de valorar.La primera vuelta, que ya fuera examinada y discutida en nuestra reunión anterior, implicó el derrumbe de la estrategia derechista de imponer un proceso electoral sin sobresaltos basado en la polarización derecha-derecha, y, en contrapartida, el paulatino ascenso de la candidatura de Ollanta Humala derrotando la campaña de miedo y de demolición en contra suya, lo que le permitió avanzar del 9% de intención del voto inicial, hasta lograr prácticamente recuperar al electorado que le apoyo en el 2006, con el que alcanzó la victoria en primera vuelta. La confrontación pasó entonces a plantearse entre esta opción por el cambio, contra el continuismo representado por lo que todos los demócratas y revolucionarios coincidimos en llamar la fuerza política más sanguinaria, corrupta y dictatorial de nuestra historia, es decir, el fujimorismo, entrañando desde entonces el realineamiento y la polarización entre dos tendencias abiertamente contrapuestas y excluyentes.

En esta etapa, el sostén social de Gana Perú -Ollanta Humala, estuvo compuesto en su gran mayoría por los sectores populares, trabajadores y gente humilde del campo y de las ciudades, quienes a partir no sólo de sus necesidades materiales sino de sanos deseos por acabar con la corrupción y la miseria moral, reclaman los cambios prometidos por Humala desde el 2006, convirtiéndose en un baluarte de primer orden en la lucha por la transformación del país. Mientras que el fujimorismo, apoyado en un inicio por los sectores más oscurantistas y fascistas de la burguesía peruana, contó con el respaldo social de clases medias citadinas pero también de importantes contingentes populares ganados por la política clientelista del gobierno de Alberto Fujimori, continuada y perfeccionada por su pretendida sucesora al poder.

La segunda vuelta gira sobre el eje de aquella polarización, pero genera nuevos realineamientos políticos y sociales. La contradicción principal deviene en esta etapa entre las fuerzas representativas de la democracia, la honestidad, la dignidad y la decencia, representada por Gana Perú, frente al oscurantismo, la dictadura, la represión, la vileza y la corrupción, representada por la mafia fujimorista. El objetivo estratégico de la etapa fue, entonces, derrotar al fujimorismo, y la dirección estratégica no podía ser otra que la alianza con todos los sectores sociales, económicos y políticos opuestos a la restauración fujimorista.

Aunque con cierta demora y con algunas aparentes vacilaciones, Gana Perú empezó a tender puentes a sus potenciales aliados lo que a la postre rindió sus frutos. Pero no se puede desmerecer el papel importantísimo jugado por los intelectuales, artistas, colectivos sociales, culturales o políticos y, vale destacar, la juventud que con su iniciativa, creatividad y dinamismo le supo imprimir espontáneamente y con alegría una tónica de gravitación decisiva al proceso.

Justamente la demora de Gana Perú (aunque de pocos días, pero en política a veces sólo bastan horas para revertir una tendencia o definir un proceso), permitió el despunte del fujimorismo, quien había recibido, como era de esperar, el respaldo casi unánime de los grupos de poder internos y extranjeros con intereses en el Perú, y a quien se plegó casi inmediatamente el grueso de los electores de lo más representativo del neoliberalismo: los votantes por PPK y Castañeda. ¿Por qué no mantuvo su ventaja hasta el final? La respuesta en parte está contenida en el párrafo anterior, a lo que habría que añadir los propios errores cometidos tanto por su candidata presidencial como por sus voceros, también la grosera y torpe labor proselitista de los medios de comunicación y sus mediocres conductores, y por último por las deficiencias propias de su campaña electoral.

3.- A partir del absolutamente necesario llamamiento al consenso, a la concertación, y en particular del apoyo de un sector de la derecha liberal representado por Vargas Llosa y posteriormente de los neoliberales de Perú Posible, se perfiló un nuevo escenario político en el que no solo se mejoraron las condiciones para la derrota del fujimorismo, sino además se establecieron las pautas de una virtual alianza de clases, la que por fuerza tendrá que reflejarse en el Gobierno de Ollanta Humala (como que ya se expresó en los reajustes a su Programa de Gobierno) para dar paso al llamado “gobierno de ancha base”. La disyuntiva que se abre a partir de esta nueva circunstancia es si el gobierno electo, al margen por cierto de las concesiones inevitables, sabrá perseverar en el eje y fundamento de su Programa por el cambio, tal como hasta este momento sostiene Ollanta Humala, cumpliendo con el pueblo que le dio el mandato para ello, o si capitula ante las presiones de la derecha y los grupos de poder interno y externo para convertirse en un celador más del sistema.

4.- Las condiciones políticas del país, insistimos, han cambiado notoriamente. Si bien los realineamientos sociales y políticos, y la polarización del proceso electoral, aún no se expresan en todo su potencial, sin embargo el triunfo de Gana Perú y la derrota de la derecha neoliberal más reaccionaria y retrógrada que actualmente representa el gobierno de Alan García, implica por sí solo un acontecimiento de enormes repercusiones.

En este sentido, el papel y la responsabilidad que le competen al gobierno de Gana Perú y en particular a Ollanta Humala como presidente electo y depositario de las esperanzas y expectativas populares, es enorme. Incluso existen las condiciones para arrinconar y asestar un duro golpe al núcleo más reaccionario del neoliberalismo en el Perú (el gran derrotado en las elecciones) y para que el mismo ciclo del neoliberalismo inaugurado por Fujimori hace veinte años, y continuado por los gobiernos que le sucedieron hasta el alanismo de hoy, llegue a su fin. No para que sea cambiado radical y definitivamente por un modelo económico diferente de la noche a la mañana, sino para empezar por enmendarlo o reformarlo en algunas de sus características (“desarrollo con inclusión”, mayor democratización, rol promotor del Estado, impulso a la industrialización, etc.) Además, el contundente cuestionamiento de un tercio del electorado, que en la región Sur llega en algunos casos a más del 50%, sienta las bases legítimas para avanzar en su erradicación definitiva.

5.- Cuando afirmamos que existen condiciones inmejorables y circunstancias históricas favorables para avanzar hacia el logro de las principales reivindicaciones populares y nacionales, habría que cuidarnos de todo triunfalismo. Tenemos que poner las cosas en su real dimensión y saber diferenciar entre la posibilidad histórica y las condiciones necesarias para su concreción. En este sentido tenemos que ser enfáticos en establecer las gruesas limitaciones de Gana Perú como organización política, las características de su líder y electo presidente Ollanta Humala y la situación objetiva deficitaria de la organización popular.

6.- Empezaremos por desmentir la falacia difundida profusamente por la derecha y sus medios de que el de Gana Perú es un “triunfo histórico de la izquierda”, puesto que el mismo Ollanta Humala y sus voceros siempre han hecho la aclaración que el PNP (columna vertebral de Gana Perú) no es ni ideológicamente, ni programáticamente un movimiento de izquierda, sino “nacionalista” entendiendo como tal una propuesta de desarrollo económico hacia el mercado nacional basado en un programa reformista, pero sin cuestionar las bases mismas del sistema, cuestión que es, al contrario, la propuesta histórica fundamental de la izquierda peruana ligada a una alternativa socialista. Si bien Gana Perú, además del PNP integró a sectores de la izquierda, jamás se constituyó como frente o alianza con una propuesta programática diferente al nacionalismo.

Por otro lado, a diferencia del PNP, el proyecto de la izquierda peruana, que nosotros _como tendencia que trabaja por rescatar y reunificar_ reivindicamos firmemente, es esencialmente democrático, popular, de masas, ajeno y distante a todo caudillismo. En la persona de Ollanta Humala, además, no se percibe la voluntad por la construcción de una organización política democrática y de masas, ni conocemos de planes pasados o presentes por impulsar la organización, educación ni la movilización popular, fundamentos de cualquier cambio trascendente.

7.- Pero aun dejando de lado las consideraciones más generales y tratándose de lo que realmente es necesario y posible en las actuales circunstancias históricas y políticas, desde nuestra óptica existe un notorio divorcio entre las importantes propuestas reformistas de Gana Perú, que compartimos y apoyamos como reivindicaciones o reformas necesarias en la actual coyuntura, con el instrumental organizativo, la concepción ideo- política y los métodos para garantizarlas.

Más aún señalamos, en mérito a ello, el peligro latente de que la voluntad popular sea nuevamente burlada, advertimos el peligro real de que las presiones de la derecha más reaccionaria, la derrotada electoralmente, pueda neutralizar y hacer retroceder a un nuevo gobierno sin un norte político claro, sumido en un esquema doctrinario y político limitado e históricamente superado, carente además del respaldo y de la fuerza social y política suficientes para imponerse.

8.- Al mismo tiempo dejamos establecido que nuestra lucha frontal, en este periodo concreto, es contra los sectores más reaccionarios del neoliberalismo, desde donde proviene la contraofensiva de estos días vía las exigencias mediáticas para “calmar al mercado”, o las especulaciones bursátiles, o las presiones para colocar a sus portapliegos en ministerios claves, etc. Todo esto no es sino la punta de un iceberg de proporciones gigantescas que iremos descubriendo conforme pase los días, cuyo objetivo central, reiteramos, es torcer la voluntad popular, neutralizar o dejar sin iniciativa al nuevo gobierno, para, finalmente, tener el total manejo sobre él.

Estamos, entonces ante una confrontación que habrá de librarse desde dentro y fuera del nuevo gobierno. Pero, volveremos a insistir en ello una y otra vez, la tarea fundamental, en particular para quienes como nosotros no formamos parte del gobierno y tenemos otra perspectiva histórica, sigue siendo la organización y la puesta en marcha de un poderoso, educado, unificado y disciplinado movimiento popular, única garantía para neutralizar y derrotar la contraofensiva derechista, conseguir las reformas ahora posibles y continuar el avance hacia la conquista de nuestros objetivos resumidos en la DECLARACIÓN DE PRINCIPIOS PROGRAMÁTICOS. En esta orientación, creemos que mantiene plena vigencia el llamamiento que hiciera nuestro SEGUNDO ENCUENTRO POR LA UNIDAD DEL PUEBLO a impulsar la organización y movilización popular en torno a los COMITES CÍVICOS, PATRIÓTICOS Y POPULARES, con la finalidad de defender el voto ciudadano y de asegurar el cumplimiento de las reformas más importantes contenidas en el Programa de Gana Perú, Al ratificar esta orientación no nos situamos en un plano de apoyo o de crítica abstractas al nuevo gobierno, sino que asumimos militantemente la causa del pueblo y exigimos consecuencia de quienes dicen representarlo en el poder.

En cuanto al gobierno electo, sostenemos que le corresponde demostrar desde un inicio por lo menos tres cosas:

a. una conducta ética, principista, que marque una primera diferencia con los gobiernos precedentes

b. la fuerza y la convicción suficientes para no ceder ante las presiones de la derecha cavernaria

c. confiar en el pueblo haciéndolo partícipe protagónico de los cambios mediante la creación de mecanismos participativos directos.

9.- En el trabajo por organizar y movilizar al pueblo, es imperativo preocuparnos por atraer políticamente a ese 20% de electores que apoyaron a Gana Perú en la segunda vuelta, en particular a aquél sector que proviene de Perú Posible, compuesto en su gran mayoría por gente del pueblo trabajador y honesto, que también quiere un cambio para el país, pero que no ha encontrado todavía una mejor opción para volcar sus simpatías. Igualmente importante es estrechar vínculos con los empresarios peruanos que están convencidos de la viabilidad de un nuevo proyecto de país, con justicia, soberanía y equidad y que igualmente han apoyado a Gana Perú y han tenido expresiones de solidaridad con Ollanta Humala, frente a la primera contraofensiva de la reacción que hemos mencionados líneas antes. Tampoco debemos perder de vista a la juventud estudiosa o trabajadora, a los intelectuales, artistas, religiosos, en fin al amplio conglomerado social que ahora cifra esperanzas en el gobierno elegido. Este es el auténtico pueblo, el mismo que se ha erigido en la fuerza sana y en el verdadero motor de todo cambio y que puede y debe configurarse en el torrente invencible para alcanzar un Perú socialista, con soberanía, bienestar y democracia.

10.- Nuestra alternativa más urgente la podemos resumir en dos cosas: organizar y organizar. Tenemos que abocarnos con todas nuestras energía a avanzar en nuestra tarea fundamental de construir desde las bases la más amplia unidad del pueblo y de la izquierda. Para ello es impostergable dar pasos efectivos hacia la I CONVENCIÓN REGIONAL DE LA CONVERGENCIA POPULAR, así como hacia la formación de los COMITÉS CÍVICO-PATRIÓTICOS-POPULARES directamente con las masas e ir dándole forma a un gran torrente político popular capaz de conquistar las reformas posibles ahora y de avanzar a la conquista del SOCIALISMO CON SOBERANÍA, BIENESTAR Y DEMOCRACIA.

Por el Comité Coordinador de CONVERGENCIA POPULAR:

Lucio Sánchez Avendaño, Carlos Olazo Sillau, Luis Benites Jara, Roger Vera, Wilfredo Zavaleta, Aquiles Iparraguirre.

Trujillo 11 de Junio del 2011.

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