MI VOTO
ES POR OLLANTA
ES POR OLLANTA
Como le consta a mis lectores, en las pasadas elecciones municipales de Lima voté por la señora Susana Villarán. Lo hice no porque hubiera considerado a la Villarán algo así como la última chupada del mango, sino porque ante el calculado autismo antidemocrático del señor Castañeda, había que adecentar la gestión municipal de la capital de la República. La derecha, incluyendo a la doctora Lourdes Flores le dio con todo, pero me mantuve firme en la decisión porque no me tragué los sapos y culebras lanzados por los ultramontanos de todos los colores y matices.
En esa misma dirección, el próximo 5 de junio votaré por el Comandante Ollanta Humala a pesar, como varias veces lo he dicho que no es santo de mi devoción. No creo en los demócratas de cuartel ni en los líderes que surgen de la noche a la mañana, tampoco en los candidatos que arrugan programáticamente ante los embates de los dueños del gran capital nativo.
Pese a ello reconozco que el Comandante Humala y su equipo, sin salirse de las coordenadas del capitalismo y del neoliberalismo, puede también - al igual que la señora Villarán en el municipio limeño- adecentar, humanizar, el manejo económico y social del país. Lo que pasa es que la ultraderecha económica y política del país, al igual que la tecnocracia internacional que la apoya desembozadamente, han satanizado o caricaturizado las propuestas del humalismo presentándolas como adversas al capitalismo y su modelo neoliberal.
Un ejemplo. Nada tiene de antisistema proponer que todo proyecto minero debe ir acompañado de un estudio de impacto ambiental y de la opinión de las comunidades andinas o amazónicas en cuyas jurisdicciones esté enclavado el yacimiento. Esto no ha nacido en la cabeza del Comandante Humala o en la de sus asesores, son prerrequisitos que forman parte de los estándares internacionales de gestión. Tanto es así que el actual gobierno, que no tiene un pelo de antisistema, se ha visto obligado - ante un estudio de impacto ambiental negativo- a prohibirle a la Southern la continuación de sus trabajos en Tía María, a pesar de que esta compañia ya había invertido más de US$ 400 millones de dólares. Pero para que ello ocurra, el pueblo de Islay ha tenido que levantarse y sacrificar a 3 de sus mejores hijos.
Tampoco está en las antípodas del sistema proponer la diversificación de nuestro aparato productivo. Desde los tiempos del guano y salitre se sabe que apostarlo todo al mercado internacional tiene sus riesgos por las altas y bajas del mismo. Incorporar la decisión de potenciar la industria nacional o el mercado interno, ajustando el ultraliberalismo que no existe ni en Estados Unidos, no es una manifestación de querer patear el tablero del orden vigente.
Y ya que hablamos del mercado internacional realmente es un pecado no poner sobre el tapete la posibilidad de ponerle un impuesto a las ganancias extraordinarias de las empresas mineras que operan en el país, que no rompe ninguna estabilidad en tanto que es la reacción lógica de un país que es el dueño de los recursos naturales. Chile lo está haciendo y está destinando esos recursos a la reconstrucción de las áreas afectadas por el último sismo. Por esto no podemos decir que el Presidente Piñera sea un antisistema.
De la misma manera, darle una atención seria y coherente a la lucha contra la pobreza o la desigualdad, la educación y la ciencia, o estar dispuestos a atender los reclamos de las provincias,como ponerse en la primera línea de combate a la corrupción y narcotráfico, no son acciones por las cuales el Comandante Humala vaya a engrosar la historia del socialismo latinoamericano.
¿Como explicar esa satanización y caricaturización de las propuestas del humalismo? La respuesta está en la misma conducta de la gran burguesía peruana, acostumbrada históricamente - al igual que sus socios extranjeros- a llevársela toda, sin regulaciones o redistribuciones que valgan, a pesar que algunas de estas medidas pueden potenciar el mismo capitalismo en cuyos marcos actúan. Es una burguesía torpe, que en el pasado, buscando una referencia, satanizó al propio Arquitecto Fernando Belaúnde Terry y sus propuestas de reformas económicas , entre ellas las del impulso a la industria peruana, con las que insurgió en las elecciones de 1956 a nombre del llamado Frente Nacional de Juventudes.
Desde este razonamiento en la disyuntiva entre votar por una candidata cuyo pasado y presente la condenan y el Comandante Humala, pues he optado por este último.
¿Y el miedo que le han metido a la gente? Parafraseando a José María Arguedas diré que a lo largo de su historia los pobres del Perú, de Costa, Sierra y Selva, no han tenido en su corazón sino miedo, hambre y penas, ¿de donde van a sacarle más miedo a la gente? Que el Comandante y su gente se pongan las pilas para que de aquí hasta el 5 de junio demuestre al pueblo lo que realmente es, que no es un chavista comeniños, como lo han pintado los picapiedras de la derecha.
En esa misma dirección, el próximo 5 de junio votaré por el Comandante Ollanta Humala a pesar, como varias veces lo he dicho que no es santo de mi devoción. No creo en los demócratas de cuartel ni en los líderes que surgen de la noche a la mañana, tampoco en los candidatos que arrugan programáticamente ante los embates de los dueños del gran capital nativo.
Pese a ello reconozco que el Comandante Humala y su equipo, sin salirse de las coordenadas del capitalismo y del neoliberalismo, puede también - al igual que la señora Villarán en el municipio limeño- adecentar, humanizar, el manejo económico y social del país. Lo que pasa es que la ultraderecha económica y política del país, al igual que la tecnocracia internacional que la apoya desembozadamente, han satanizado o caricaturizado las propuestas del humalismo presentándolas como adversas al capitalismo y su modelo neoliberal.
Un ejemplo. Nada tiene de antisistema proponer que todo proyecto minero debe ir acompañado de un estudio de impacto ambiental y de la opinión de las comunidades andinas o amazónicas en cuyas jurisdicciones esté enclavado el yacimiento. Esto no ha nacido en la cabeza del Comandante Humala o en la de sus asesores, son prerrequisitos que forman parte de los estándares internacionales de gestión. Tanto es así que el actual gobierno, que no tiene un pelo de antisistema, se ha visto obligado - ante un estudio de impacto ambiental negativo- a prohibirle a la Southern la continuación de sus trabajos en Tía María, a pesar de que esta compañia ya había invertido más de US$ 400 millones de dólares. Pero para que ello ocurra, el pueblo de Islay ha tenido que levantarse y sacrificar a 3 de sus mejores hijos.
Tampoco está en las antípodas del sistema proponer la diversificación de nuestro aparato productivo. Desde los tiempos del guano y salitre se sabe que apostarlo todo al mercado internacional tiene sus riesgos por las altas y bajas del mismo. Incorporar la decisión de potenciar la industria nacional o el mercado interno, ajustando el ultraliberalismo que no existe ni en Estados Unidos, no es una manifestación de querer patear el tablero del orden vigente.
Y ya que hablamos del mercado internacional realmente es un pecado no poner sobre el tapete la posibilidad de ponerle un impuesto a las ganancias extraordinarias de las empresas mineras que operan en el país, que no rompe ninguna estabilidad en tanto que es la reacción lógica de un país que es el dueño de los recursos naturales. Chile lo está haciendo y está destinando esos recursos a la reconstrucción de las áreas afectadas por el último sismo. Por esto no podemos decir que el Presidente Piñera sea un antisistema.
De la misma manera, darle una atención seria y coherente a la lucha contra la pobreza o la desigualdad, la educación y la ciencia, o estar dispuestos a atender los reclamos de las provincias,como ponerse en la primera línea de combate a la corrupción y narcotráfico, no son acciones por las cuales el Comandante Humala vaya a engrosar la historia del socialismo latinoamericano.
¿Como explicar esa satanización y caricaturización de las propuestas del humalismo? La respuesta está en la misma conducta de la gran burguesía peruana, acostumbrada históricamente - al igual que sus socios extranjeros- a llevársela toda, sin regulaciones o redistribuciones que valgan, a pesar que algunas de estas medidas pueden potenciar el mismo capitalismo en cuyos marcos actúan. Es una burguesía torpe, que en el pasado, buscando una referencia, satanizó al propio Arquitecto Fernando Belaúnde Terry y sus propuestas de reformas económicas , entre ellas las del impulso a la industria peruana, con las que insurgió en las elecciones de 1956 a nombre del llamado Frente Nacional de Juventudes.
Desde este razonamiento en la disyuntiva entre votar por una candidata cuyo pasado y presente la condenan y el Comandante Humala, pues he optado por este último.
¿Y el miedo que le han metido a la gente? Parafraseando a José María Arguedas diré que a lo largo de su historia los pobres del Perú, de Costa, Sierra y Selva, no han tenido en su corazón sino miedo, hambre y penas, ¿de donde van a sacarle más miedo a la gente? Que el Comandante y su gente se pongan las pilas para que de aquí hasta el 5 de junio demuestre al pueblo lo que realmente es, que no es un chavista comeniños, como lo han pintado los picapiedras de la derecha.
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