Curiosidades de la vida dirán algunos, para mi contrastes que dicen mucho: mientras Ollanta Humala presentaba ante el periodismo nacional y extranjero a un sector de lo más graneado del mundo de la inteligencia nacional comprometida desde hace mucho con los intereses del país, dispuesta ahora a jugársela por la propuesta de cambio y decencia que encarna el líder del nacionalismo; la señora Keiko Fujimori, en tanto, también ante el periodismo, juraba por dios que no pretendía sacar de la cárcel a su padre, condenado en un juicio impecable por asesinato y robo, a quien la candidata considera - pueden verse los videos de su cierre de campaña en la primera vuelta- "el mejor gobernante del país" y limpio de polvo y paja, según la impresentable Martha Chávez.
Ollanta, a mi juicio, sigue apostando a la razón y a la creatividad, no por algo en el nuevo grupo de intelectuales que ahora lo rodea no solamente hay economistas, también hay físicos, arqueólogos, médicos, constitucionalistas, artistas... para la señora Fujimori basta o sobra apoyarse en la fe religiosa, en la creencia, respetable sin duda, pero siempre socavada, en primer lugar, por quienes suelen presentarse como sus más caros defensores.
Alberto Fujimori, alias (a) Kenya o Presidente, juró el 28 de julio de 1990, "por dios y por la patria" cumplir fielmente con las promesas electorales que le habían permitido ganar el sillón de Pizarro; a la vuelta de la esquina, el 8 de agosto del mismo año, descargaba contra el pueblo un feroz paquetazo de medidas económicas que durante la campaña electoral nunca figuró en su agenda.
Juan Carlos Hurtado Miller, el ex Ministro que durante 10 años eludió a la justicia y que hoy descansa en su casa por "haber mostrado voluntad de ser procesado" fue el encargado, en esa infausta noche del 8 de agosto, de dar la mala nueva; como ha ocurrido antes con otros gobernantes un mendaz "Que dios nos ayude" fue el epitafio de las enterradas esperanzas del pueblo que encandilado por el candidato que prometía "honradez, tecnología y trabajo", tomó distancia del ultraliberal Vargas Llosa, que si proponía el paquetazo.
Lo que se ignoraba es que al margen de la voluntad electoral del pueblo, el electo Kenya, en contubernio con los principales organismos financieros internacionales ya había decidido, antes del 28 de julio de 1990, aplicar la terapia del shock, de la violencia abierta, para contrarrestar la hiperinflación y abrirle el camino a la aplicación sin anestesia del neoliberalismo.
El golpe de estado de 1992, el violentamiento sin asco de los derechos humanos, incluyendo los crímenes de lesa humanidad, el robo sistemático de los dineros del fisco, la corrupción a todo nivel y el narcotráfico...no hay que entenderlos como simples errores, como lo presenta ahora la señora Keiko y sus seguidores, fueron los resultados concretos de la aplicación perversa del neoliberalismo en el Perú, plasmada en el fujimontesinismo, al que la ahora candidata adhirió sin contemplaciones.
¿Qué sentido puede ahora tener para la señora Keiko jurar por dios? Pues el mismo que tuvo para Kenya Fujimori el 28 de julio de 1990...toda una estafa
Ollanta, a mi juicio, sigue apostando a la razón y a la creatividad, no por algo en el nuevo grupo de intelectuales que ahora lo rodea no solamente hay economistas, también hay físicos, arqueólogos, médicos, constitucionalistas, artistas... para la señora Fujimori basta o sobra apoyarse en la fe religiosa, en la creencia, respetable sin duda, pero siempre socavada, en primer lugar, por quienes suelen presentarse como sus más caros defensores.
Alberto Fujimori, alias (a) Kenya o Presidente, juró el 28 de julio de 1990, "por dios y por la patria" cumplir fielmente con las promesas electorales que le habían permitido ganar el sillón de Pizarro; a la vuelta de la esquina, el 8 de agosto del mismo año, descargaba contra el pueblo un feroz paquetazo de medidas económicas que durante la campaña electoral nunca figuró en su agenda.
Juan Carlos Hurtado Miller, el ex Ministro que durante 10 años eludió a la justicia y que hoy descansa en su casa por "haber mostrado voluntad de ser procesado" fue el encargado, en esa infausta noche del 8 de agosto, de dar la mala nueva; como ha ocurrido antes con otros gobernantes un mendaz "Que dios nos ayude" fue el epitafio de las enterradas esperanzas del pueblo que encandilado por el candidato que prometía "honradez, tecnología y trabajo", tomó distancia del ultraliberal Vargas Llosa, que si proponía el paquetazo.
Lo que se ignoraba es que al margen de la voluntad electoral del pueblo, el electo Kenya, en contubernio con los principales organismos financieros internacionales ya había decidido, antes del 28 de julio de 1990, aplicar la terapia del shock, de la violencia abierta, para contrarrestar la hiperinflación y abrirle el camino a la aplicación sin anestesia del neoliberalismo.
El golpe de estado de 1992, el violentamiento sin asco de los derechos humanos, incluyendo los crímenes de lesa humanidad, el robo sistemático de los dineros del fisco, la corrupción a todo nivel y el narcotráfico...no hay que entenderlos como simples errores, como lo presenta ahora la señora Keiko y sus seguidores, fueron los resultados concretos de la aplicación perversa del neoliberalismo en el Perú, plasmada en el fujimontesinismo, al que la ahora candidata adhirió sin contemplaciones.
¿Qué sentido puede ahora tener para la señora Keiko jurar por dios? Pues el mismo que tuvo para Kenya Fujimori el 28 de julio de 1990...toda una estafa
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