miércoles, 17 de marzo de 2010

EL PODER
DE LA MAFIA



No seamos ingenuos, la caída del Ministro Pastor, la anulación del indulto a José Luis Crousillat y su búsqueda para que vuelva a prisión, con ser todas ellas medidas positivas, no son sin embargo letales para la mafia fujimontesinista que sigue moviéndose tras las bambalinas empresariales y estatales. Algunas de sus cabezas cayeron luego del derrumbe del gobierno mafioso, pero quedaron sus operadores que se han ido reproduciendo con el concurso de sus jefes en prisión y de los gobernantes de turno; cabecillas que al ganar su libertad, al estilo de Crousillat, vuelven a las andanzas de cuyo manejo directo estuvieron alejados temporalmente.
Desde esta óptica no comparto la idea de aquellos analistas que ante el escandaloso indulto de quien vendiera la linea periodística del canal 4 a Montesinos, y las movidas no menos alborotosas de Crousillat para recuperar lo que según él le pertenece, sostienen que la mafia ha vuelto. No, lo reitero, las cabezas y algunos pinches cayeron, pero el meollo mafioso quedó intacto y reculó para luego volver a hacer de las suyas, conforme lo demuestran las multiples denuncias que se han venido haciendo en los últimos años, la mayoría de ellas subestimadas, pero que fueron transparentando el poder alcanzado por esos grupos, que en el estado y en los círculos empresariales se mueven como Pedro en su casa. Si el ejemplo del indulto de Crousillat no bastara, pues tienen también a la mano el caso de los petroaudios, y cuestionables decisiones judiciales, que por donde se les mire no son moco de pavo.
La lucha contra esa mafia no ha sido frontal y conforme se han sucedido los últimos gobiernos se ha ido debilitando. Las recientes declaraciones del ex Procurador Antonio Maldonado Paredes (Somos Nº 1214, p.24) son reveladoras del cómo, durante el actual gobierno, se han desmontado los mecanismos estatales que formalmente enfilaban sus baterías contra la corrupción organizada. En otros términos, actualmente no existen visos de la existencia de una política anticorrupción, pero lo más grave está, según afirma, en lo que se viene si es los mafiosos siguen obteniendo éxitos.
La ofensiva mafiosa, según en ex Procurador, se orienta a capturar el Estado "...donde ya no solo va a ser objeto de compra-venta lo que es clásico en un sistema de mercado de corrupción - es decir, la violencia, el narcotráfico o lavado de activos-, sino también van a ser objeto de compra y venta las decisiones políticas, administrativas y las judiciales". Más claro ni el agua de San Mateo.
Esta denuncia, o las efectuadas por la Defensoría del Pueblo sobre el mismo tópico, deberían generar reacciones masivas de la ciudadanía en general, lo que ocurre es que muchos sectores quedan contentos con éxitos momentáneos - caída de Pastor, anulación del indulto a Crousillat, etcétera- pero no se va a la esencia del problema que enfrentamos: la existencia de grupos mafiosos que hoy actúan con el aval de nuestros propios gobernantes, o con la pasividad de quienes supuestamente deberían estar en la vanguardia del combate frontal contra la mafia.
En este sentido, llama la atención que el titular de la CONFIEP ante lo que sin lugar a dudas - me refiero al indulto de Crousillat y sus secuelas - es una escandalosa maniobra de la corrupción organizada, haya calificado de "circo" todo lo procesado, que según manifiesta "distrae" al público sobre problemas de fondo del país como es el de su desarrollo. Seguramente que este señor ignora que no puede haber desarrollo, en el verdadero sentido de la palabra, con una mafia controlando el estado, como ocurrió durante los años del fujimontesinismo.

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