viernes, 19 de marzo de 2010

EL APRISMO
DE GARCÍA TOMA


César Lévano



Víctor García Toma, designado ministro de Justicia en reemplazo de Aurelio Pastor, tiene entre sus antecedentes un desempeño impecable como presidente del Tribunal Constitucional; pero también un fracaso como presidente de un Pacto Social que murió sin pena ni gloria.
García Toma, nacido en Lima en 1954, es especialista en Derecho Constitucional. Milita en el Apra desde sus días de estudiante en la Universidad San Martín de Porres.
Su militancia aprista padeció en 1980, cuando el Apra se dividió entre los partidarios de Armando Villanueva y los de Andrés Townsend Ezcurra. Huellas de su malestar por esa fractura constan en la dedicatoria que escribió para su libro Las alianzas del Apra:“A las nuevas generaciones apristas que deben asumir la responsabilidad de devolver al Partido del Pueblo las banderas de lealtad, unidad y fraternidad”.
El texto fue publicado en 1982, cuando aún no cerraban las heridas abiertas en 1980. Townsend había levantado tienda aparte y fundado el Movimiento de Bases Hayistas.
Por lo demás, el libro revela interesantes facetas políticas del ahora ministro de Justicia. Rastrea en las diversas alianzas y pactos del aprismo, y en particular de Haya de la Torre. Así, por ejemplo, examina la ley de amnistía que se dictó en 1933, cuando el jefe del aprismo estaba encarcelado en el Panóptico y había cientos de apristas en la prisión o el destierro. Haya recobró su libertad.
“Gracias a una oportuna y decisiva mediación del arquitecto Augusto Benavides Canseco (primo y cuñado del presidente Benavides) se abre el camino para la promulgación de la ley de amnistía”, escribe García Toma.
Después, en vista de que el dictador Benavides incumpliera su promesa de pacificar el país, el Apra se lanzó a una campaña insurreccional. En el libro de García Toma se historia algunos levantamientos armados, en Lima, Huancayo, Ayacucho y Huancavelica.
“En Ayacucho”, narra el joven autor, “los apristas llegaron a apoderarse de la ciudad, dominándola bravíamente durante cuatro días. Los insurgentes llegaron a nombrar a Arístides Guillén como prefecto revolucionario”.
El libro tiene otras aristas llamativas. Dice, por ejemplo, que “el nacionalismo antiimperialista plantea la necesidad de defender nuestra independencia política, poniéndola a cubierto de los hegemonismos de Washington o Moscú. También plantea la defensa de nuestros recursos económicos y la salvaguarda de nuestra identidad cultural.
”Era la época en que García Toma creía que el Apra era “la mejor alternativa popular, democrática y revolucionaria que tenía el pueblo peruano para alcanzar una sociedad sin oprimidos ni explotadores”.¿Seguirá creyendo lo mismo el ministro de Justicia? ¿O habrá llegado a la conclusión de que hay que abandonar el viejo ideario?
La Primera
19-03-10

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