lunes, 2 de noviembre de 2009

ABORTO
Y DEMOCRACIA


Germán Vargas Farías
Director Nacional de
Paz y Esperanza


Debatir, o siquiera conversar, sobre la despenalización del aborto no es fácil. Las perspectivas son diversas, y algunas antagónicas. Hay quienes creen que ni siquiera se puede opinar, y son frecuentes la censura previa y la tendencia a caricaturizar el criterio de quien piensa diferente.

Pero hay que hacerlo, no hay que renunciar a nuestro derecho a creer y opinar con libertad, sin ceder al chantaje de quienes les apunten como asesinos, abusivos o seguidores de Herodes, o de aquellos otros que les tipifiquen como miembros de alguna secta oscurantista que pretende imponer sus dogmas a los demás.

Lo que hemos leído y escuchado en estos días, sobre la despenalización del aborto eugenésico y por violación sexual, se inscribe dentro de ese debate predominante en el que a menudo se confunden los insultos y las razones, que lejos estamos de Montaigne cuando decía: “Ningún planteamiento me sorprende, ninguna creencia me ofende, no importa cuán opuesta pueda ser a la mía”, que lejos seguimos de prejuicios que impiden la afirmación de la democracia y la dignidad.

El diálogo y el debate libre de ideas son inherentes a la democracia, y aunque no asegure el acuerdo y la unanimidad su ausencia nos empobrece, nos impide reconocer al otro como igual y ciudadano, y exalta los fundamentalismos, los religiosos que son los más registrados y palmarios, pero también esos otros que se disfrazan de progresismo y humanidad.

En el debate acerca de la despenalización del aborto me parece interesante lo que ha sido dicho en el pronunciamiento del Concilio Nacional Evangélico del Perú. Dice el CONEP que un asunto como éste “exige que todos los sectores de la sociedad expongan democráticamente sus puntos de vista. Pero demanda también que los responsables de formular, aprobar y promulgar las leyes, tengan presente que el bien común y las políticas de salud pública no se construyen imponiendo criterios religiosos, culturales o ideológicos de una mayoría o de una minoría, sino valorando, respetando y defendiendo la vida y la dignidad humana, tanto del concebido como de la mujer en riesgo físico y emocional”.

Ojala utilizáramos esta oportunidad para promover el diálogo genuino y respetuoso, que bueno sería si la usáramos para afirmar democracia.
26 de octubre de 2009.


http://blog.dhperu.org/

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