¡NO VENDAN

MI COLEGIO!

Justo Linares Chumpitaz

(Promoción 1955)

La celebración del sexagésimo primer aniversario de creación del Colegio Nacional Ricardo Palma, efectuada el martes 6 de octubre, alegre y entusiasta en años anteriores, ha transcurrido en esta ocasión llena de sombras de preocupación por la ausencia de la resolución que ordene la remodelación del referido plantel, base de la Gran Unidad Escolar Ricardo Palma que viene funcionando en Surquillo desde hace 59 años. Hay versiones no oficiales que aquella ausencia se debe a que la Unidad Escolar “no es emblemática”. Aún más graves son los rumores sobre la posible venta del terreno de 52 mil metros cuadrados sobre el cual fue construido el plantel en 1950.

Miles de alumnos y ex alumnos participamos el 6 en la tradicional reunión que conmemora el fallecimiento, aquel día de 1919, de don Ricardo, excepcional literato creador de Las tradiciones peruanas. El colegio, ahora municipalizado, es muestra, como siempre, de liderazgo educativo de Lima Sur.

Realmente es incomprensible que no tenga calidad emblemática esta singular institución educativa, a pesar que cuenta con estas auspiciosas fechas históricas:
1)La creación del Colegio Nacional Ricardo Palma tiene como su más remoto antecedente la revuelta juvenil habida en el Colegio Guadalupe por mejoras en su infraestructura y en la atención pedagógica y alimenticia de sus alumnos. El 3 de setiembre de 1947 estalló una huelga estudiantil que se complicó a raíz de la muerte a balazos, en un confuso incidente con la policía, del alumno guadalupano Heriberto Avellaneda Beltrán, ocurrido la noche del día 5.

2)El gobierno del presidente Bustamante ordenó la intervención del plantel. Colocó en la dirección interina del mismo a don Carlos Cueto Fernandini, entonces director de Educación Secundaria del Ministerio de Educación. Este educador introdujo profundas reformas, una de las cuales fue reducir de 80 a 45 el número de alumnos por aula. Los excedentes fueron reubicados en tres nuevos colegios denominados “anexos del Guadalupe”, el primero de los cuales fue el Colegio Nacional Ricardo Palma de Miraflores, creado por Resolución Suprema del 23 de enero de 1948. Al frente del mismo fue designado como director el docente Víctor Rabanal Cárdenas. Nuestro colegio fue el primero en el país donde se aplicó la reforma educativa Cueto Fernandini, confirmada luego por el coronel Juan Mendoza Rodríguez, ministro de Educación a raíz del golpe de Estado del general Odría, en octubre de 1948.

3) La Resolución Ministerial 1678, de 18 de abril de 1949, creó la Gran Unidad Escolar Ricardo Palma, integrada por cuatro colegios, tanto de Primaria, como de Secundaria, Industrial y Comercial. Fue la primera de su género en el Perú; constituyéndose como un notable palacio de la educación. Allí se implementaron una biblioteca, consultorios médico y odontológico; gabinetes de física, laboratorios de química, salones amplios con inmensos ventanales y pizarras de color verde para no herir la óptica de los alumnos. Talleres para automotores y para carpintería. Campos para fútbol y básket; antiguos futbolistas convertidos con gran éxito en entrenadores, piscina de natación, un gimnasio, pistas atléticas y una pedana para esgrima. Al frente de ésta estuvo el profesor italiano Salvatore Munda, miembro de la delegación de su país a las Olimpiadas de 1938.. Y lo que es más importante, se empezó a impartir oficios para una rápida inserción de los alumnos en el circuito laboral de la época; banda de música equipada con 80 instrumentos. Al costado del colegio se construyó la Vivienda Magisterial, departamentos exclusivos para profesores, la mayoría de los cuales fue reclutada entre los catedráticos de las universidades. No ha habido algo más completo en materia de educación, hasta la fecha. La creación de estas unidades escolares obligó a los grandes colegios particulares a abandonar el centro de Lima, construyendo los locales que hasta hoy subsisten en Miraflores, San Isidro y La Molina. Demás está decir que estos colegios habían perdido a sus alumnos que migraron hacia las unidades escolares. La inversión, el equipamiento de todo tipo instalado en el plantel, la selección del personal docente tuvo un rápido rédito, pues el colegio fue campeón en todo, en torneos del saber educativo, en deportes y en cuanto desfile escolar intervino.

4) El 8 de abril de 1950, con una semana de atraso al no haberse concluido los trabajos de ingeniería civil, fue inaugurada la Gran Unidad Escolar Tomás Marsano, con asistencia del presidente de la Junta Militar de Gobierno, general Odría. Al pronunciar su discurso, éste recalcó que abiertas las puertas de este templo de la enseñanza, el colegio se convertiría en el crisol donde iban a prepararse los hombres del mañana en la historia del Perú. Estuvo, también, el primer alcalde de Surquillo, Luis Faura Bedoya, juramentado seis meses antes. Recuerdo que vaticinó que la Unidad Escolar se convertiría en el eje de toda la vida social del nuevo distrito. Es absolutamente preciso indicar que la Negociación Marsano, hasta entonces propietaria del terreno donde se edificó el colegio, no donó el inmueble. Sin embargo, redujo el precio de venta al trueque fenicio de que el colegio adoptara el nombre del señor Tomás Marsano, fallecido en setiembre de 1949. Ni los familiares de este distinguido comerciante visitaron el plantel ni tuvimos foto alguna de aquel vendedor que nos pudiera ilustrar acerca de los rasgos fisonómicos de quien fue nuestro esquivo patrono. Es absolutamente desconocida la biografía de esa persona. Pero el 20 de febrero de 1957 se hizo justicia histórica al dar al colegio el ilustre nombre de Palma. Aquel día fue promulgada por el Presidente Manuel Prado la Ley 12810 que modificó la denominación de las Grandes Unidades Escolares, “Tomás Marsano”, "Agustín Gutiérrez", "Emilia R. de Nosiglia" y "Pablo Cánepa", por “Ricardo Palma”, "Alfonso Ugarte", "Mariano Melgar" y "Pedro A. Labarthe", respectivamente. Para que a nadie le quede duda acerca de la legitimidad histórica de esa ley, ella fue rubricada por dos insignes peruanos, Raúl Porras Barrenechea, como presidente de la Cámara de Senadores, y Jorge Basadre como ministro de Educación.

No hay duda, pues, que ninguna unidad escolar es más emblemática que Ricardo Palma.

Nota 1. Soy ex alumno fundador de la GUE Ricardo Palma. Estudié allí Sexto de Primaria y los cinco años de Secundaria. Concluí mis estudios en diciembre de 1955 y un par de meses después inicié mi carrera periodística gracias a las sabias enseñanzas que en las aulas, en esa materia nos inculcó el profesor Salustio Maldonado Robles en el Club de Periodistas y Locutores que fundara y dirigiera en el colegio. La unidad escolar fue para mí una auténtica universidad. Desde entonces no he interrumpido mi carrera profesional.

Nota 2. Un caso fortuito nos llevó a la familia Linares Chumpitaz a vivir en Surquillo, arrojados de la fábrica de cemento donde trabajaba mi progenitor. A la caída del régimen de Bustamante, él fue abusivamente encarcelado por más de un año, acusado de ser militante aprista. Una vez libre, nos dio tal vez la más grande lección, al pedirnos que en nuestras almas no anidaran ni el odio ni el rencor frente al trato humillante e inhumano al que lo sometió la dictadura. No mendigó—no hemos mendigado-- reparación alguna. No reclamó—no hemos reclamado—canonjía político-partidaria en el Estado o fuera de él.

Nota 3. El día 10 de octubre de 2009 cumple 78 años de vida el portero del colegio, Amadeo Altamirano. Se trata de un fenómeno excepcional pues trabaja en esa función desde la creación del Colegio Nacional Ricardo Palma, en 1948, es decir hace 61 años. Amadeo es parte del inventario de nuestro colegio.

Nota 4. El día 16 de octubre, a las 4 de la tarde, nos hemos convocado los ex alumnos en el local del colegio, para apoyar toda gestión destinada a conseguir
la remodelación de nuestro viejo y querido plantel.

Nota 5. El presidente Fujimori pretendió vender el terreno donde se edificó la Gran Unidad Escolar Alfonso Ugarte, de donde egresó como alumno de Secundaria en 1957. Había entonces la propuesta de inversionistas privados de hacer veinte colegios a cambio de ese terreno. Pero la sociedad en su conjunto, la comunidad educativa del “Ugarte” y los ex alumnos alzaron su enérgica voz de protesta contra esa absurda pretensión. Se nos ocurre pensar que aquella valerosa y noble oposición ha tenido como justo premio la actual remodelación a que está siendo sometido el “Ugarte”. Tenemos, pues, un bello ejemplo a seguir.