miércoles, 30 de septiembre de 2009


El tango, patrimonio de la humanidad

Los argentinos y los uruguayos están que bailan en un pie. Conscientes de que la unión hace la fuerza, superando por ende la discusión de que si Gardel fue uruguayo o argentino, han logrado que la Unesco reconozca al tango, expresión clásica rioplatense, como patrimonio inmaterial de la humanidad.
Los festejos serán a todo dar, la convocatoria está dada: todo el mundo a tanguear, la Tana Rinaldi animará la bailanta tanguera que se efectuará este fin de semana.
Modestamente nos sumamos a esos festejos, lo hacemos recordando a Enrique Santos Discépolo y el tango Cambalache, escrito en 1935 pero que parece haberlo hecho para nuestros días. Escúchelo y me dará la razón; algo más, en el marco de la letra de dicho tango ubique el merengue de la corrupción y el disloque de valores que caracteriza a nuestro país. Sin lugar a dudas, por su mente desfilarán todos los delincuentes de cuello y corbata que han tomado por asalto el erario nacional, pero también todos aquellos personajes de arriba y abajo que cotidianamente violentan la razón al considerar que da lo mismo ser honrado o malandro, sabio o ignorante, hombre de principios o tránsfuga.
Cambalache
Letra y música
(1935)

Que el mundo fue y será
una porquería, ya lo sé.
En el quinientos seis
y en el dos mil, también.
Que siempre ha habido chorros,
maquiavelos y estafaos,
contentos y amargaos,
barones y dublés.
Pero que el siglo veinte
es un despliegue
de maldá insolente,
ya no hay quien lo niegue.
Vivimos revolcaos en un merengue
y en el mismo lodo
todos manoseados.

Hoy resulta que es lo mismo
ser derecho que traidor,
ignorante, sabio o chorro,
generoso o estafador...
¡Todo es igual!
¡Nada es mejor!
Lo mismo un burro
que un gran profesor.
No hay aplazaos ni escalafón,
los ignorantes nos han igualao.
Si uno vive en la impostura
y otro roba en su ambición,
da lo mismo que sea cura,
colchonero, Rey de Bastos,
caradura o polizón.

¡Qué falta de respeto,
qué atropello a la razón!
Cualquiera es un señor,
cualquiera es un ladrón...
Mezclao con Stravisky
va Don Bosco y La Mignon,
Don Chicho y Napoleón,
Carnera y San Martín...
Igual que en la vidriera
irrespetuosa
de los cambalaches
se ha mezclao la vida,
y herida por un sable sin remache
ves llorar la Biblia
junto a un calefón.

Siglo veinte, cambalache
problemático y febril...
El que no llora no mama
y el que no afana es un gil.
¡Dale, nomás...!
¡Dale, que va...!
¡Que allá en el Horno
nos vamo’a encontrar...!
No pienses más; sentate a un lao,
que ha nadie importa si naciste honrao...
Es lo mismo el que labura
noche y día como un buey,
que el que vive de los otros,
que el que mata, que el que cura,
o está fuera de la ley...

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