viernes, 28 de agosto de 2009

LA HABANA
20 DE SETIEMBRE
Plaza de la Revolución
Foto: Elbita Vásquez Vargas


Cuba ha sido y sigue siendo el ombligo musical del mundo. A su ritmo, sin desmerecer las creaciones de otros pueblos latinoamericanos, no hay generación, por lo menos en lo que a siglo XX y XXI se refiere, que no haya bailado o soñado con un son o un bolero, o con alguno de otros géneros, como la salsa, que tienen como abuelos o bisabuelos - musicalmente hablando-los compases aurorales cubanos.
Pero hay algo más, lo escribimos hace algún tiempo:
"A diferencia de lo que tradicionalmente se piensa, la música popular es un poderoso factor de identificación. Estamos pensando en aquellas creaciones que, por surgir desde abajo, desde la calle o la esquina, expresando sin ambages el trajinar y el sentir cotidiano de hombres y mujeres: su ancestral lucha por la supervivencia, sus alegrías, tristezas y amores, ganan rápidamente los sentimientos y la conciencia de las multitudes" (El Amor en tiempo de bolero).
Desde este ángulo se explica entonces el movimiento que Juanes y Miguel Bosé, a través de sus Conciertos por la paz, están impulsando en América Latina, para estar al lado de los pueblos que se sienten unidos entre sí - a pesar de las diferencias de sus élites políticas- porque musicalmente hablan el mismo lenguaje, dispuestos como siempre están a acudir al llamado de los cueros, trompetas o cencerros.

¿Qué diferencia en el campo de la música a los pueblos colombianos o venezolanos? Nada, absolutamente nada. Por esta razón, cuando las cúpulas dirigenciales estuvieron a punto de llevarlos a la carnicería de la guerra, el Concierto que se efectuó en los límites fronterizos de ambas naciones distendió el clima bélico y patriotero. El mérito correspondió a Juanes, a Bosé, a Juan Luis Guerra y otros, que con una visión de Patria Grande, latinoamericana, le pusieron vallas espirituales a los señores de la guerra.

La próxima cita de músicos y cantantes del mundo, será en la Habana, concretamente el 20 de setiembre, en la Plaza de la Revolución, a la sombra de Martí y del Che. Irán para expresarle su adhesión al pueblo cubano, que a pesar del cerco criminal impuesto por el imperio norteamericano, sigue dando ejemplo de dignidad, de orgullo, de coraje.
Las viejas guardias anticomunistas han hecho de todo para bajarles las llantas al convoy musical. Vano empeño. El sentimiento de solidaridad, profundamente humano, ha sido más fuerte - como siempre ocurre- que todas las movidas internacionales contra el concierto. La última carta de esos sectores fue quitarles todo auspicio, la respuesta del movimiento solidario fue rápida: los artistas viajarán con su propio peculio.
Creo por ello que el 20 de setiembre pasará a la historia. No solo porque la ciudad de La Habana se volcará multitudinariamente a la plaza de la Revolución para cantar, bailar, gozar; también porque el mundo recordará que en esa fecha, en un contexto de egoísmos, hipocresías y exclusiones de todo tipo, la música llevará a los cubanos su mensaje de adhesión de todos los pueblos.

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