EL MENSAJE
DE CHELITA
Su nombre es Analí Cabrera de profesión actriz. Para el populorum, que sábado a sábado la seguía religiosamente, será siempre Chelita, la flaquita ricotona de Risas y Salsa que ponía de vuelta y media al libidinoso jefecito (Antonio Salim) en una de las secuencias más hilarantes de ese programa. Chelita ha vuelto fugazmente a las pantalla chica, pero esta vez no para desternillarnos de risa, como solía ocurrir en los años 80 del siglo pasado, sino para llamarnos a la reflexión sobre el mal de males de nuestros días: el cáncer, que anualmente se lleva a la tumba a 15 000 peruanos de diferentes edades y sexo.
Chelita está batallando contra el cáncer, al igual que una de sus hermanas, como también lo hizo su madre. Pero lo está haciendo sumándose a la gran cruzada por sensibilizar a nuestra población de que es posible prevenir el mal, si es que a tiempo se toman las providencias del caso, que no son otras que las del chequeo médico periódico, con costos mínimos si de la Liga Peruana de Lucha contra el Cáncer se trata.
PREVENCIÓN, es la palabra mágica del mensaje de Chelita. Ella misma ha reconocido que un descuido suyo en sus chequeos anuales la colocó cara a cara con el mal en una fase no inicial. Por eso no se cansa de repetir: hay que desarrollar una cultura de prevención, de superación de prejuicios, temores y aprensiones que coadyuvan a la expansión de la enfermedad. Esa es la gran campaña en la que está comprometida, sin dejar de lado su gracia y simpatía con la que encandilaba al jefecito.
Amigo lector: que el mensaje de Chelita no caiga en saco roto. Un examen prostático no le quita la varonilidad a nadie; como un chequeo ginecológico nunca será vergonzoso si de salvaguardar la vida se trata.
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