Como en los tiempos coloniales, Lima, la vieja
Lima fundada hace 478 años, pero refundada una y otra vez por los
migrantes de dentro y fuera del país, está hoy expuesta al asalto de
piratas, corsarios y filibusteros de todo tipo.
La revocación de la
alcaldesa Villarán, supuestamente por ineficiencia, se ha convertido en
el puente que pretende ser cruzado por esos enemigos de la democracia,
de la decencia y de la buena gestión.
La
presencia desembozada, en el patrocinio de la revocatoria, de partidos
políticos que al frente del aparato estatal no se caracterizaron por el
respeto de las buenas costumbres en el manejo de la cosa pública, nos
llevan a sostener, como decían los viejos, que no es el amor al chancho
lo que los mueve, es a los chicharrones. Lo dicen todos los analistas
que examinan los viejos rostros que están apareciendo en el microbús de
la revocatoria...
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