El viejo topo de la lucha de clases, tantas veces negado, pero que seamos o no conscientes de ello va dándole forma y proyección a la confrontación social, está marcando el camino del choque entre el Ejecutivo y el Legislativo en la presente situación política.
Desde ese ángulo, el golpe congresal contra el presidente Castillo para mandarlo a su casa, es algo así como la crónica de una muerte anunciada. El pasado martes, con 79 votos a favor, 43 en contra y 3 abstenciones, la mayoría golpista, hegemonizada por la ultraderecha, ha aprobado una ley que al limitar la cuestión de confianza amarra de pies y manos al Ejecutivo, en tanto que ya no podrá hacer uso ilimitado de ese dispositivo para defenderse del avasallamiento parlamentario.
De acuerdo con la constitución del 93, el ejecutivo, merced a esa cuestión de confianza, podía sancionar la disoluciٕón del congreso, tal y como lo hizo el ex presidente Vizcarra en su momento para hacer frente a la obstrucción, también conspirativa, de las fuerzas congresales fujiapristas, dominantes en el parlamento de esos años.
Ahora, mientras el congreso le ha cortado las alas al ejecutivo, la ultraderecha parlamentaria tiene las manos libres para vacar al presidente Castillo en el momento que se la antoje y por razones que se le ocurra. Todo indica que marcha hacia ello.
Vale anotar que en un Estado de derecho, la vacancia presidencial y la cuestión de confianza son recursos constitucionalmente establecidos que configuran lo que se denomina el equilibrio de poderes en una democracia como la que vivimos. La ley aprobada por el congreso actual violenta ese equilibrio, al desarmar legalmente al ejecutivo que queda a merced del golpismo.
Esa es la razón por la que el ejecutivo interpondrá ante el Tribunal Constitucional una demanda de inconstitucionalidad de esa ley aprobada. Según los entendidos el gobierno tendría perdida esta batalla. Con el fallecimiento de uno de los tribunos, integrante de esa instancia, las fuerzas democráticas habrían perdido capacidad de decisión.
Por eso afirmamos que el golpe contra el presidente Castillo está fríamente calculado. Antes que el maestro chotano se instalara en palacio, las derechas nativas en su desesperación por remontar el descalabro electoral, llegaron a tocar las puertas de los cuarteles. Querían que los tanques y las bayonetas cubrieran su incapacidad para ganarse el voto de las mayorías nacionales. Los militares de una y otra institución castrense guardaron silencio. No se compraron ese pleito electoral.
En julio pasado, cuando el general del ejército César Astudillo pasó al retiro, dio a conocer las
razones de la renuencia militar. Ya no es la hora de los golpes militares, dijo el ex presidente del Comando Conjunto. Es el congreso el que tiene que librar esa lucha política, añadió. En otras palabras, el general reflejaba lo que ya es una constante en América Latina: ha pasado la hora de los cuartelazos. En la agenda de las derechas conspirativas lo que importa hoy es el golpe blando, el golpe congresal.
La ultraderecha y la derecha copiaron el mensaje, y desde esos momentos se han dedicado, con precisión de relojero a preparar ese golpe. Repasemos su accionar.
Primero.
Las derechas han buscado soldar sus fisuras en el congreso. Los 79 votos alcanzados para sancionar la ley que ata al ejecutivo en el tema de la cuestión de confianza, es el producto de ese trabajo de unidad en torno a la mantención del estado de cosas reinante en el Perú. Nada con los cambios que ponen en peligro sus intereses, ha sido la voz de orden. Ahí están los votos de Fuerza Popular, Renovación Popular, Acción Popular, Alianza para el Progreso, Podemos…es decir todas las derechas, salvando sus diferencias, están corriendo juntas.
Segundo.
Desde el 28 de julio se está ejecutando una campaña de demolición ideológica y política contra el presidente Castillo. La prensa, la radio y la TV, controladas por esas derechas han desfigurado sistemáticamente la gestión gubernamental, sobredimensionando los errores y deficiencias, minimizando los logros, mientras se ridiculiza al presidente Castillo. Saben que el maestro es un símbolo de la resistencia popular, una figura que ha calado en el imaginario de nuestros pueblos. No es casual entonces que las baterías mediáticas busquen hacer polvo de esa imagen presentando al maestro como un pobre diablo, incapaz de gobernar el país.
Tercero.
Los sectores más retardatarios de la burguesía, racistas, antireformistas y fascistas se han visto obligados a sacar cabeza para acelerar la demolición. No resisten la presencia de un gobernante cuyas raíces se hunden en las capas sociales más precarias del país. Se han sumado así a la conspiración, acompañando a sus operadores mediáticos y políticos. La labor sediciosa de la llamada Cofradía del pisco, integrada por empresarios y tecnócratas, que incluso está financiando movimientos huelguísticos en áreas claves de la economía para sembrar la inestabilidad y el caos social en Lima y provincias, nos muestra los alcances del complot antigubernamental de las derechas.
Cuarto.
La ultraderecha cavernaria ha asumido el liderazgo de la maquinación golpista. Sus mensajes y su accionar abiertamente antidemocrático, anticomunista, fascista, buscan sembrar masivamente la idea, la imagen, la sensación, de que el castrochavismo o el comunismo desembozado han tomado las riendas del país. Para esos conspiradores, todos los que no comulguen con sus proyectos son comunistas y hay que marcarlos con fuego. Los medios que controlan esas derechas están llenos de esos mensajes violentistas.
Se ha llegado al extremo de señalar que los ex presidentes Vizcarra y Sagasti, como la actual primera ministra, Mirtha Vásquez, el presidente Castillo, su gabinete, etcétera, son todos militantes del comunismo internacional, a los que hay que desenmascarar, aislar, castigar. Para ello cuentan con sus avanzadas violentistas, sus camisas negras o naranjas que están actuando impunemente.
En los momentos claves de la segunda vuelta electoral esas hordas cargaron contra las autoridades electorales, llegando incluso a querer tomar el palacio de gobierno. Con anterioridad arremetieron contra los fiscales que están viendo el proceso de la señora Fujimori, y su último trabajo fue el traerse abajo la presentación del libro del ex presidente Sagasti. La experiencia internacional nos indica, que para el oscurantismo fascista, la ciencia y las letras, el pensamiento libre y democrático, las personalidades y movimientos sociales con pensamiento propio, autónomo, son sus blancos preferidos. Eso es lo que está ocurriendo en el país.
Finalmente, los hechos señalan que estamos llegando a un punto de desenlace. Los de arriba, los que parten el jamón en el país, los que desde siempre controlan el poder, no aceptan que los de abajo, los pobres y miserables, les arrebaten sus posiciones de mando, que se atrevan a plantear cambios en el orden económico y social establecido, e incluso una nueva Constitución. Por eso complotan, quieren derrocar, desde el congreso, al gobierno del presidente Castillo.
Lo dije al inicio: el viejo topo de la lucha de clases está haciendo su trabajo. Seamos conscientes de ello.
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