Al
igual que el compadrito Benjamín Otálora, de la historia de Borges, que
siguió haciendo de las suyas a pesar que ya era cadáver, el Apra va de
tumbo en tumbo, no obstante que politícamenre hace mucho que dejó de
existir. Sería injusto achacarle esa responsabilidad a García. La agonía
del APRA viene desde atrás. Fue el mismo Haya, el padre de la
criatura, el que con sus acrobacias políticas lo fue liquidando. En todo
caso, García y sus trapacerias de todo tipo le dió el tiro de gracia.
Ese viejo partido es ahora un cadáver insepulto y sin epitafio. Bien lo
sabe el pueblo. La señora Vílchez, la candidata a la presidencia, podría
ser la sepulturera, si acaso logre pasar la valla electoral, y los
propios electores los autores del epitafio,, salvo que el jurado
electoral quiera asumir ese encargo. Por eso decíamos que al igual
que Otálora, el del cuento borgiano, recién aquí, los Mulder y los del
Castillo se darán cuenta que estában levantando un muerto que hace rato
pedía nicho...
ALBERTO MOSQUERA MOQUILLAZA, del cuartel primero de Lima, escribe y comenta sobre cultura y vida...
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