O sea que son los mafiosos del club de la construcción, y su poderosísimo poder mediático, los que tozudamente y en defensa de sus intereses particulares y oscuros, quieren cortarle la cabeza al presidente Vizcarra, amontonándole acusación tras acusación, sin otorgarle ni siquiera el derecho al pataleo, asumiendo así el rol de fiscales, jueces y verdugos.
O sea que el mayor Antauro, que se alzó a la lucha computándose el Cáceres de la resistencia a los chilenos, amenazando con fusilar a los corruptos, al considerarlos como traidores a la patria; pero que desesperado por ganar la calle, ha terminado como el Cáceres de la posguerra, encompichado con los dueños del Perú, a los que sirve muy entusiastamente; de paso, apoyándose en los prontuariados que existen en sus filas, a los que tampoco quiere fusilar.
O sea que la gente de Acción Popular y el Podemos, conscientes de que en el 2021 no la achuntan quieren meterse por la ventana al palacio de Pizarro, para ganar tiempo y votos con una cantada postergación de las elecciones; apuntalados por la comparsa de Keiko, que en sus videitos de propaganda dice que ha cambiado, pero que en los hechos sigue mostrando sus colmillos colmados de sangre y baba, propios de una organización criminal, como afirman los fiscales.
O sea que el padre Arana y su gente del Frente Amplio, luego de una purga salvaje al interior de sus filas, están epilogando como tontones útiles del club de la construcción, y de la derecha bruta, achorada y mafiosa, a los que dicen combatir, pero con los que se unen en la práctica para sacarse de encima a Vizcarra y aparecer como los campeones de la lucha contra la corrupción. El fin justifica los medios, dicen, en tanto lanzan a Arana como su candidato presidencial.
O sea que el presidente Vizcarra, según los indicios presentados, sería un gran bribón. Pero bribón o no, salvo que consideremos que el Perú es una repúbliqueta bananera o africana, tiene que ser investigado, procesado y sancionado, si este fuera el caso, de acuerdo a la normatividad vigente. Y esta indica que no le pueden poner la mano hasta el 28 de julio del 2021, luego que entregue el bastón de mando a su sucesor.
O sea que mientras que las grandes mayorías siguen llorando a sus muertos, o preparándose para una segunda ola de la pandemia, tratando de llenar la olla como sea, o arañando un trabajo, es decir mientras buscan sobrevivir, los bribones del gran capital mafioso y sus sicarios, todos rankeados, pero presentándose con aureola de santidad, quieren desesperadamente ajustar cuentas con un supuesto bribón, aunque eso signifique poner el país de cabeza, agravando las consecuencias de las crisis terribles que afrontamos.
O sea que no debemos tragarnos el anzuelo de la vacancia presidencial, ni tampoco el de la inocencia a priori del presidente Vizcarra. Miremos la experiencia chilena y boliviana, han comenzado a construir su propio camino, desde sus propias perspectivas y visiones de futuro. El Bicentenario de la Independencia no debe cogernos de paquebotes de algún caudillo o grupete de dos por medio. El pueblo tiene sus propios sueños y utopías.
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